(Artículo de
Sergio Arancibia publicado el día 3 de Diciembre en EL MUNDO ECONOMÍA Y
NEGOCIOS)
El proceso
de integración latinoamericana es al mismo tiempo un proceso de integración al
mundo contemporáneo. Si intentamos integrarnos entre nosotros mismos, solo para
nuestro propio gusto – con independencia de lo que esté pasando en el resto del
planeta y sin que cambie por lo tanto,
nuestra relación con las corrientes fundamentales del comercio y de las finanzas
contemporáneas - ni lograremos integrarnos,
ni avanzaremos en la cantidad y calidad de nuestra relación con el mundo.
En el mundo
contemporáneo los actores fundamentales del comercio y de las finanzas mundiales
son la América del Norte, Europa y Asia. Esas tres macro regiones de la economía mundial comercian intensamente entre ellas –
impulsando el comercio inter regional a nivel planetario- y dentro de ellas –
generando un intenso comercio intra regional - en el seno de los bloques regionales
al interior de los cuales los países integrantes mantienen relaciones privilegiadas
de comercio. Determinan por esa vía no solo los volúmenes y los flujos cuantitativamente más relevantes del comercio
mundial, sino que también las normas que presiden ese comercio.
Así, por ejemplo,
la América del Norte - conformada por Canadá, Estados Unidos y México – llevó
adelante, en 2014, exportaciones al mundo por un total de 2.493 billones de dólares, de los cuales 1.251
billones de dólares fueron exportados a
la propia América del Norte; a Europa se
exportaron 779 billones de dólares y al Asia 504 billones de dólares.
Europa, por
su parte, exportó al mundo un total de 6.810 billones de dólares, de los cuales
4.665 billones de dólares fueron exportados entre los propios países que conforman la esa región del planeta
– comercio intra regional -, 540 billones a la América del Norte, y 738
billones al Asia. Esta última región, que presentó en 2014 exportaciones totales por un monto de 5.917 billones de
dólares, exportó 3.993 dentro de la propia zona asiática, 1.065 a la América
del Norte y 900 a Europa.
¿Cómo se
integra América Latina a las fuerzas, flujos y corrientes más determinantes del
comercio y de las finanzas contemporáneas? Veamos.
Una docena
de países de la cuenca del Pacífico han firmado recientemente el TPP, acuerdo
que vinculará a 800 millones de habitantes, que producen el 40 % del PIB
mundial, y que al definir las normas comerciales entre ellos, determinarán también,
en alta medida, las normas comerciales que imperarán en el comercio mundial en
su conjunto. ¿Cuántos países de la América Latina participan en ese acuerdo?
Solo tres: México, Perú y Chile. Los demás se dan vueltas en sus vacilaciones,
dudas o críticas ideologizadas, que les permiten justificar la inercia y la
marginación.
¿Cuántos países
de la región han firmado acuerdos comerciales con Estados Unidos? Aparte de
México, que participa en el NAFTA, lo han hecho los países de Centro América y
República Dominicana, Colombia, Perú y Chile? Los demás mantienen una orgullosa
distancia.
¿Cuántos
países de la América Latina han firmado tratados delibre comercio con China?
Solo tres: Costa
Rica, Perú y Chile, y
cada uno por separado. Los demás
comercian intensamente con China pero no han negociado una situación privilegiada
en dicho comercio, ni mucho menos
generan condiciones como para armonizar sus políticas comerciales con
este actor relevante del comercio internacional.
Con la Unión
Europea la cosa es similar. México, Perú, Chile y Colombia han firmado tratados
de libre comercio con este bloque, desde luego cada uno por separado. También
han firmado acuerdos comerciales relevantes los países de Centro América y
Panamá. Ecuador, asimismo, lo ha hecho,
aun cuando no le gusta hablar de tratados de libre comercio. Los países del
Mercosur llevan más de una década en discusiones y negociaciones con la UE, sin
avances sustantivos.
En el G 20 -
grupo que reúne a los países más desarrollados e importantes del mundo actual -
tiene en su seno a México, Brasil y Argentina, que van periódicamente a las
reuniones sin armonizar posiciones entre ellos y muchos menos con el resto de
los países de la América Latina.
¿Donde participamos
entonces? En Unasur, en la CELAC y en Aladi, por citar algunos de los
organismos regionales existentes. También algunos países se agrupan en el Mercosur
y otros en la Alianza del Pacífico, bloques sub regionales que no hacen mucho
por generar fuerzas centrípetas entre ellos. Allí los presidentes se ven periódicamente,
se escuchan hermosos discursos integracionistas y todo sigue igual.
En materia
de liberación del comercio, o dicho en otras palabras, de reducciones arancelarias,
ya se ha llegado a una situación en que se ha liberado más del 90 % del comercio.
Sin embargo, el comercio intra regional no supera el 20 %del comercio de la
región. El resto de nuestras exportaciones e importaciones siguen siendo con
países extra regionales, con los cuales no conversamos ni negociamos en bloque,
entre otras razones, porque no sabemos qué queremos y ni siquiera si queremos
todos lo mismo.
Hay quienes
piensan que haga lo que haga el resto del mundo siempre tendrán que comprarnos
los alimentos y las materias primas que América Latina produce. Siempre ha sido
así – se dice - y así seguirá siendo. Pueden que tengan razón en esos planteamientos,
pero falta completar el análisis diciendo que eso lleva a mantener a la región
en una situación marginal, desunida y poco determinante en el escenario
mundial, y la condena en el plano económico, a la situación eterna de productor
y exportador primario.
sergio-arancibia.blogspot.com
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