miércoles, 23 de diciembre de 2015

LOS OBJETIVOS DEL MILENIO

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día 19 de Diciembre de 2015)


A principios del presente siglo los jefes de gobierno de los países del mundo se reunieron bajo la convocatoria de las Naciones Unidas y aprobaron lo que se ha conocido como los Objetivos del Milenio, ODM. Se trata, en apretada síntesis de ocho grandes propósitos o metas que la humanidad contemporánea se proponía alcanzar en el plazo de 15 años. Allí se incluían metas tales como el reducir en un 50 %  la proporción de personas que sufren hambre, tonado como año base a 1990;  lograr la enseñanza primario universal; reducir en dos terceras partes la mortalidad infantil; reducir en tres cuartas partes la mortalidad materna; detener la propagación del Sida, del paludismo y de otras enfermedades; promover la igualdad de género, etc.

Los organismos internacionales han sido muy generosos a lo largo de su existencia en la generación de documentos llenos de buenas intenciones y de metas inalcanzables. Los jefes de gobierno, a su vez, ubicados en ese ámbito, suscriben muchos propósitos aun cuando saben que nunca se alcanzarán. Sin embargo, los ODM no sufrieron la  misma suerte que muchos otros documentos de la misma especie. Se convirtieron realmente en un mapa de ruta que guiaba los esfuerzos de los gobiernos, de las ONG y de los organismos internacionales. Como pocas veces en la historia de la humanidad se tuvieron encima de la mesa metas u objetivos concretos que reflejaran la preocupación universal por los derechos y las condiciones de vida de los más débiles. Los ODM tenían también la cualidad de que se traducían en indicadores fáciles de ser cuantificados, de modo que el grado de avance podía ser medido y evaluado a lo largo del periodo de análisis.

En alguna medida el tipo de metas presentes en los ODM daba cuenta de un tipo de preocupación distinta a las preocupaciones posteriores a la segunda guerra mundial, en que todo giraba alrededor de las tasas de crecimiento del PIB. Ya el PIB ha perdido el peso que tuvo hace 50 años atrás, y los problemas relativos a la distribución de la riqueza, así como a los derechos sociales, preocupan de una forma distinta a la humanidad contemporánea.

No tiene sentido idealizar y engañarnos sobre como es el mundo de hoy en día. Las guerras, la mala distribución de la riqueza, la explotación de niños y mujeres, las muertes por enfermedades curables, las brechas tecnológicas y sociales, siguen presentes con acuciante gravedad, pero hay a nivel mundial una mayor preocupación  por los derechos humanos, por los derechos sociales, por los derechos de la minorías étnicas, sexuales o culturales, y por el cuidado del medio ambiente y de la salud planetaria. Esos problemas, esas preocupaciones y los valores que todo ello entraña han permeabilizado en mayor medida que en cualquier otra momento de la historia a la civilización contemporánea.

Ahora, en 2015, las metas del milenio alcanzan el período para el cual fueron concebidas y cabe hacer el balance del grado en que ellas se alcanzaron. Cabe también definir y abrirle paso a un nuevo conjunto de metas y objetivos que guíen a los líderes mundiales por los próximos 20  o 30 años.
En el campo del los balances cabe mencionar que, entre 1990 y 2015, la pobreza extrema ha caído de un 47 % a un 14 % a nivel mundial, la nutrición insuficiente ha disminuido del 23,3 % al 12,9%; la matrícula en la educación primaria ha aumentado del 83 % de los niños al 91 %; la mortalidad infantil ha disminuido del 90 por mil al 43 por mil; y la mortalidad materna ha bajado en un 45%.  Quedan por delante, por lo tanto, objetivos importantes que pueden ser alcanzadas con el desarrollo tecnológico y con el desarrollo  material alcanzado por la humanidad contemporánea, y que deben ser las metas morales y solidarias que guíen a las nuevas generaciones. 

sergio-arancibia-blogspot.com

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