miércoles, 23 de diciembre de 2015

EL YUAN ENTRE LOS GRANDES

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 16 de Diciembre de 2015)



La moneda nacional de China, el yuan, ha sido aceptada o reconocida oficialmente por el Fondo Monetario Internacional como moneda de reserva internacional. Esta medida comenzará a operar oficialmente en el 2016, pero su solo anuncio genera desde ya los efectos que son inherentes a una moneda de reserva. Para entender las consecuencias que esta medida tendrá para la economía china cabe hacer algunas reflexiones previas.

Si un país puede con su moneda nacional comprar bienes y servicios en el exterior lo más probable es que los agentes económicos que reciben esa moneda quieran transformarla rápidamente en otros bienes y servicios que se puedan, a su vez, comprar en el mercado del país que ha emitido esa moneda. Es decir, esa moneda nacional usada en importar bienes seria rápidamente recuperada por el país que la emitió, el cual se vería obligado a entregar bienes, es decir, a exportar, a cambio de la misma moneda que él había entregado poco tiempo antes.

En esa medida la moneda nacional estaría siendo utilizada como medio de cambio, o como instrumento para facilitar los intercambios. Para que esto suceda, el que recibe esa  moneda nacional de otro país tiene que tener la certeza de que podrá comprar con esos activos monetarios otras mercancías en el país de origen de ese dinero. Además, debe confiar en que ese dinero no perderá su valor de compra, es decir, no se vera devaluado, en el tiempo en que esos activos permanezcan en su poder. Si en el país de origen hay una elevada inflación,  es obvio que esta última condición no se cumple, sino que por el contrario, el correr del tiempo hace que con esa moneda se pueda comprar cada vez menos en el país de origen de la misma. En las circunstancias descritas en este párrafo la moneda del país que estamos analizando actúa como medio de cambio pero no como moneda de reserva.

Una situación distinta se genera si un país compra bienes y servicios en el exterior pagando con su propia moneda nacional, pero los agentes económicos que reciben esa moneda no procuran realizar a la brevedad compras en el país que emitió esa moneda, sino que deciden guardarla, atesorarla, mantenerla en su poder como un activo que les permite resguardar valor para usarlo en periodos posteriores, o incluso, como un respaldo frente a otras operaciones comerciales o financieras que realiza el segundo país con terceros  o cuartos países de otras partes del mundo. Puede darse el caso de que esas monedas, mantenidas como moneda de reserva, no se utilicen nunca como medios de cambios, pero aun así, guardadas en las bóvedas de un banco extranjero, cumplen un rol significativo en la economía mundial y más aun en la economía del país que emitió esa moneda.

La situación antes descrita permite al primer país pagar sus compras de bienes y servicios en el mercado internacional con su propia moneda, pero sin que en algún momento cercano tenga que entregar bienes y servicios nacionales a cambio de la moneda que entregó en la primera parte de esta cadena. Sencillamente recibe bienes, entrega papeles, esos papees son guardados por un segundo país, y el primer país no tiene que entregar bienes nacionales a cambio de esos papeles sino hasta un futuro lejano e impreciso. Es, desde todo punto de vista, un negocio redondo para el primer país. Se abastece en el mercado internacional pagando con su propia moneda. Puede funcionar, en lo que se refiere a su balanza de pagos, con un  déficit sostenido, que se financia con moneda nacional. Mas un aun, el país puede hacer inversiones en el exterior, es decir, comprar factores productivos en otros países, pagando con su propia moneda. Todo eso implica una situación beneficiosa para el país que puede gozar de una situación de esa naturaleza. Esa fue la situación de la que gozó Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial, cuando el mundo necesitaba alguna moneda en la cual confiar y que pudiera funcionar internacionalmente como unidad de cambio y como medio de reserva. Estados Unidos en las décadas posteriores a la  Segunda Guerra Mundial utilizó y gozó intensamente de los beneficios que le daba el ser uno de los pocos países que tenía una moneda nacional que gozaba de credibilidad internacional y que era por lo tanto usada universalmente como moneda de reserva.

Obviamente el FMI y la comunidad financiera internacional no deciden aceptar el yuan como moneda de reserva de puro buenas personas que son. Lo hacen por varias razones obligantes: por un lado, por el hecho claro e incuestionable de que China es una potencia comercial  mundial - el primer exportador mundial para ser más precisos - y sus mercancías se compran prácticamente por todos y cada uno de los países que conforman la geografía económica mundial. Eso hace que todos los países vean como posible, necesario y conveniente mantener yuanes en su poder para efectos de solventar las operaciones comerciales con China, y desean que esos activos sean reconocidos internacionalmente como parte de las reservas o de los valores que le dan seriedad y solvencia a cualquier país. Además, los países, con la autorización del FMI o sin ella, mantienen  ya yuanes en sus reservas, o incluso se endeudaban en yuanes con la propia China, lo cual genera una situación de hecho en términos de que esa moneda es utilizada como moneda de reserva por una parte importante de la comunidad internacional. El FMI no ha hecho sino reconocer una realidad.
sergio-arancibia.blogspot.com



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