(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital
de TAL CUAL el día 16 de Abril 2015.)
Guerra
económica es un concepto que no tiene
mucha carta de ciudadanía en el lenguaje de la ciencia política o de la política
internacional pura y simple. Pero es posible identificar algunas situaciones en
las cuales el concepto podría corresponder cabalmente.
Uno podría decir
que un país (el agresor) le declara la guerra económica a otro (el agredido)
cuando decide no comprar ningún producto generado por este. La estrategia
fundamental de guerra pasa a ser la negativa total a comprar. Obviamente cuando
un país (el agresor) es el principal país de destino de los productos
exportables por otro (el agredido) y no solo le compra mucho sino que le paga al
contado, convirtiéndose en el mejor
cliente y en el mejor pagador, difícilmente se puede decir que ese país le ha
declarado la guerra (económica) a su proveedor.
La guerra
económica podría asumir también la forma de una negativa total a venderle nada
al país al cual se le ha declarado la
guerra. La estrategia de guerra en este caso es la negativa total a vender. Pero
cuando las estadísticas publicadas por el agredido - no por el agresor - muestran
que el primero tiene al segundo como el principal país de origen de sus
importaciones, es bien difícil argumentar que esos dos países están en guerra (económica).
Otra acción
bélica posible –no tan violenta como las anteriores - es no prohibir las ventas
al país supuestamente agredido, sino que suprimirle los créditos comerciales,
es decir, obligar a este último a que realice sus compras en el país agresor al
contado violento, con lo cual se termina perjudicando los intereses de los
agentes económicos tanto en el país agredido como en el país agresor, sin que
el comercio llegue a ser realmente suprimido. Se trataría de un auténtico tiro
en el pie por parte del agresor.
La guerra
económica puede manifestarse también en que no solo el país agresor no le compra
ni le vende nada a un país agredido, sino que moviliza a sus amigos en todas
partes del mundo para que estos actúen en el mismo sentido, es decir, no le
compren ni le vendan nada al país al cual se desea agredir. Cuando llegase a suceder una guerra económica
de esta naturaleza el agredido se da
cuenta rápidamente de que se le cierran mercados tradicionales, sin
razón alguna, y que sus mercancías se acumulan en el país de origen sin
poder ser vendidas.
Otra forma
que puede asumir la guerra económica es el bloqueo crediticio en los organismos
financieros internacionales, tales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario
Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo, etc. Mediante este
eventual accionar de guerra, las solicitudes
de préstamos que el país agredido hiciera en esos organismos, dominados
por el país agresor, serían rechazados o eternamente tramitados, pero sin
llegar jamás a convertirse en créditos contantes y sonantes. Para saber si este
tipo de acción bélica está siendo utilizado, lo primero y fundamental es formular
solicitudes de crédito en esos organismos. Si hace años que no se formula
ningún requerimiento de esa naturaleza, nadie puede saber si existe un tal bloqueo
o no.
En síntesis,
una guerra económica donde no hay ninguna acción bélica (económica) entre las
partes - aun cuando hayan reclamos y malas caras - parece más bien una pelea
entre casados, aun cuando mas avenidos. No habrán en ese contexto muertos ni heridos y
las partes terminaran poniéndose de acuerdo en las cosas fundamentales.
sergio-arancibia.blogspot.com
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