(Articulo
de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de TAL CUAL el dia 23 de
Abril de 2015.)
El Fondo Monetario
Internacional no es exactamente un organismo que se haya cubierto de gloria en
las últimas décadas en el escenario internacional. Muy por el contrario, sus recomendaciones
y sugerencias en materia de política económica, a lo países que han solicitado
sus apoyos financieros, han sido
bastante poco acertadas. Pero sus estudios y sus datos estadísticos son
bastante serios y no pueden ser descartados muy alegremente. Sin embargo, la
ciencia económica no es una ciencia exacta, y todo estudio, sobre todo si versa
sobre el futuro, aun cuando sea sobre el futuro cercano, tiene una cuota alta
de riesgo y de incertidumbre. Por ello, las Perspectivas de la Economía Mundial
2015 recientemente publicadas por este organismo no pueden ser consideradas
como un oráculo infalible, pero son lo más cercano que hay a una visión seria
sobre lo que se puede esperar en materia de crecimiento de la economía mundial
y de los países que la componen.
En ese estudio
Venezuela sale muy mal parada. Se dice allí que en el año 2014 el PIB de nuestro
país decreció en un 4 %, convirtiéndose en esa medida en el único país de toda
la América del Sur, Norte, Central y
Caribe que presentó cifras de (de)crecimiento
de esa naturaleza. Para 2015 las perspectivas son mucho peores. Se calcula que
este año el decrecimiento será de 7% - calculado sobe el nivel al cual se llegó
en el año inmediatamente anterior. Si
ese pronóstico resulta cierto, se terminaría el año 2015 con un nivel de
producto un 12.5 % por abajo del nivel con que cerró el año 2013. Pero el
pronóstico es peor todavía: en el año 2016 la perspectiva es que se vuelva a
decrecer, esta vez en un 4.0%, por bajo
el nivel con que cierre el año 2014. Se acumularían tres años seguidos de caída
de la producción. Un record latinoamericano en toda la línea. En el año 2015
los únicos países que acompañarán a Venezuela en su descenso económico, según
el FMI, serán Brasil y Argentina. El primero decrecerá en un 1.0% y el segundo
en un 0.3 %. Ya en el año 2016 todo parece indicar que Venezuela quedará
nuevamente sola como el único país de la región cuya economía seguirá en pleno
descenso.
En la América
del Sur, países que son petroleros, igual que Venezuela, pero que han sabido
avanzar en el camino de la diversificación de sus exportaciones, tales como
Ecuador y Colombia, crecerán – o mejor dicho aun, continuarán creciendo a pesar de la caída en los precios internacionales
de los hidrocarburos - y Bolivia, que
exporta gas, también crecerá en forma sustantiva. Las perspectivas del FMI es que Ecuador crecerá
en el año 2015 a una tasa 1.9 %, después de haber crecido en el 2014 a una
tasa de 3.6%. Colombia, a su vez, lo hará
a una tasa de 3.4 % en el 2015, después de haber crecido a una tasa de 4.6 % en
el 2014. Se espera que Bolivia crezca
una tasa de 4.3 % en el presente año, después de haber presentado la
impresionante tasa de 5.6 % en el año anterior. No es por lo tanto el petróleo
la única causa de la caída económica de Venezuela. Es dable suponer que alguna
responsabilidad tienen en esta situación las políticas económicas llevadas
adelante por el gobierno actual, y en alguna medida, también por el gobierno
anterior.
El mundo
entero - todos los gobiernos, universidades, bancos, organismos políticos o
financieros internacionales – reconocen
que Venezuela se encuentra en una tremenda crisis y que no saldrá de ella a
menos que lleve adelante virajes sustantivos en sus políticas económicas. La
crisis no es consecuencia de las leyes de la naturaleza ni de una maldición
divina, sino que es el efecto de decisiones políticas presentes y pasadas. La
inercia, el no hacer nada, o el
profundizar la esencia de las políticas que han conducido a la situación
presente, no puede conducir sino a profundizar las consecuencias que hoy día se
están viviendo. Pareciera que Venezuela se juega a Rosalinda apostando a que en
algún momento del futuro cercano el precio internacional del petróleo volverá a
colocarse en un nivel cercano a los 100 dólares por barril, con lo cual todas
las angustias se acabarían y la fiesta
podría seguir por unos cuantos años más. Pero tampoco en ese terreno hay
espacio para el optimismo, pues no hay nadie en el mundo que pronostique que el
petróleo esté próximo a subir. Todo parece indicar que permanecerá en sus
niveles actuales por un tiempo largo. Provengan del FMI, o de cualquier otro
lado, los pronósticos sobre Venezuela no son nada esperanzadores.
sergio-arancibia.blogspot.com
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