(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 25 de marzo de 2014)
Super simplificando
las cosas podríamos decir que uno de los problemas centrales de la economía
venezolana actual es que se quedó sin dólares. Aun cuando las exportaciones
petroleras deberían aportar una cantidad más que suficiente de dólares como
para mantener en funcionamiento una economía como la venezolana, el hecho concreto
es que hoy en día hay escasez, inflación y falta de producción como
consecuencia de la carencia de dólares. Una de las cosas casi milagrosas que ha
logrado el régimen actual es haber convertido a un país como Venezuela en un
país pobre, que carece de muchas cosas y que no puede enrumbarse en una senda
de crecimiento, a pesar de tener los ingresos petroleros más altos que se han presentado
en toda su historia.
El Banco
Central de Venezuela - por pudor o por presiones inaceptables en un organismo
que debería tener mayores grados de autonomía - no ha publicado hasta el día de
hoy la balanza de pagos con que cerró el año 2013. No hay cifras oficiales, por
lo tanto, sobre el origen y la utilización
de las divisas que recibió el país en el año inmediatamente anterior. Hasta
el año 2012, la costumbre institucional era que esos datos se publicaban, aun
cuando en forma provisoria, en los últimos días del mes de diciembre. Ahora,
nada. Impidiendo la publicación de la cifras se pretende ocultar la realidad. Pero todo el circo de este año con Cadivi y
con el Sicad I y II no es sino la confirmación clara y nítida de que el país se
quedó sin dólares y no hayan como repartir lo poco que queda.
Para que las
cosas vuelvan a equilibrarse se necesita que fluyan más dólares hacia la
economía venezolana y que se gasten menos dólares en gastos que se pueden
evitar. Es decir, la vieja receta de tratar de aumentar los ingresos y reducir
los gastos.
Para
aumentar los dólares que fluyen hacia la economía nacional las recetas no son
muchas y no hay mucho de donde inventar. Hay tres mecanismos posibles: aumentar
las exportaciones, aumentar le deuda externa, o aumentar las inversiones
extranjeras que se realizan en el país. En otro contexto hubiera sido posible
recurrir a los ahorros acumulados en los años de vacas gordas, pero en el caso
de Venezuela esos ahorros no existen. Se gastó en su momento todo lo que se pudo, e incluso un
poco más, por la vía de endeudarse. Ahora no queda nada.
La
alternativa de aumentar las exportaciones es enteramente posible. Es posible
aumentar las exportaciones petroleras, en la medida que se profesionalice la
industria petrolera y se hagan las inversiones necesarias. También la exportaciones
no petroleras son posibles de aumentar en la medida que se tomen la medidas
cambiarias correspondientes y en la medida en que se agilicen los procesos
aduaneros. Seguir endeudándose no es tan
fácil, pues el sistema financiero internacional está más seco que hace
algunos pocos años atrás, y el prestigio o la imagen de Venezuela, o por lo
menos de este gobierno, no asegura la colocación de nueva deuda a una tasa de
interés medianamente aceptable. Atraer inversión extranjera es bastante difícil
en las condiciones actuales, donde el gobierno no deja sacar o repatriar las utilidades
que ese capital obtiene de sus operaciones en el país.
El otro
mecanismo de ajuste - que es el que en mayor medida trata de implementar el gobierno
actual - es gastar menos en importaciones de todo tipo de bienes de producción o
de consumo, con lo cual obliga a que los bienes correspondientes suban de
precio – ya sea por su escasez y por el mayor precio de los dólares con que se importan los insumos- y se reduzca,
por lo tanto, la capacidad adquisitiva o
de consumo de la población. Paralelamente, se ha optado por retrasar el pago
de las deudas comerciales acumuladas,
con lo cual se acelera el déficit de mercancías importadas, pues los
proveedores internacionales no quieren seguir vendiendo nada a crédito a
Venezuela.
Pero también
otros mecanismos posibles de utilizar para reducir gastos. Se puede y se debe
reducir la ayuda a las personas, movimientos, partidos y gobiernos amigos en todo el mundo, que “chulean”
abiertamente al gobierno venezolano. Se pueden reducir las ventas a crédito del
petróleo a países extranjeros. No tiene sentido contraer deudas a elevadas tasas
de interés, para poder canalizar crédito comercial barato a países amigos. Se puede reducir la compra de armamento, que
parece alcanzar a varios miles de millones de dólares, según declaraciones
recientes de sus proveedores rusos. Se puede también adecentar la entrega de
dólares, de modo que no veamos nuevamente la entrega de 20 mil millones de
dólares a personajes todavía anónimos que hicieron importaciones chimbas, y
cuyos nombres han pasado a ser secreto de estado para la actual administración.
sergio-arancibia.blogspot.com