(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 25 de Octubre del 2013.)
Venezuela tiene,
en estos momentos, el nivel de riesgo país más elevado de toda la América del
Sur. Durante algún tiempo Venezuela disputó con Argentina este triste papel,
pero hoy en día Venezuela exhibe cómodamente un nivel de riesgo país bastante superior
al que presenta Argentina. Según los datos del EMBI (Emerging Markets Bonds
Index), que es el índice más corrientemente utilizado en esta materia a nivel
internacional, nuestro país tiene un índice de riesgo de 1044, mientras que
Argentina llega solo a 904, al igual que
Brasil. Los que presentan menores índices de riesgo país en América del
Sur son Colombia, con 167, Perú con 171 y Chile con 173.
El índice
EMBI es elaborado por el JP Morgan Chase, y se viene construyendo y publicando desde hace varias
décadas. Mide la diferencia entre la cotización de los bonos del Tesoro norteamericano
y los bonos soberanos de un determinado país. En otras palabras, mide el
diferencial entre las tasas de interés que acepta el que compra uno u otro de
los papeles mencionados. Si, por ejemplo, un comprador de bonos del Tesoro
norteamericano acepta una tasa de interés de 2 % al adquirir ese papel, y solo acepta
una tasa de 12 % como para adquirir el bono de un país X, entonces podemos
decir que ese diferencial de 10% constituye el índice de riesgo país de dicho
país. Obviamente, un eventual comprador aspira a una tasa de interés más elevada
si es que el papel que está comprando es más riesgoso, es decir, si la
posibilidad de no pago es más elevada.
El índice de
riesgo país no es lo mismo que la tasa de rentabilidad esperada de los bonos de
un país determinado, aun cuando ambos conceptos están íntimamente relacionados.
Tampoco es la misma cosa que las
calificaciones que las empresas especializadas hacen de la calidad de los bonos de los diferentes países. Estos conceptos
son, por lo general una proyección o una visión del futuro, y puede, por lo
tanto, tener una carga inescapable de subjetividad, mientras que el índice riesgo país es una
medición de lo que el mercado ha mostrado,
en el pasado reciente, en materia de valoración de los bonos del país que se
analiza
El índice riesgo
país mide tres aspectos: el riesgo soberano - que dice relación con la decisión que puede tomar el país emisor de
no honrar los bonos que ha emitido -, del riesgo de transferencia - que es el
riesgo de que el país carezca de los dólares suficiente como para pagar el capital
y los intereses de los papeles - y del riesgo genérico, que engloba los riesgos
políticos, empresariales y otros.
En síntesis,
un país con elevado riesgo país, debe ofrecer en el mercado financiero una tasa
de interés más elevada para convencer a los inversionistas de que compren ese
papel. El país debe pagar más por obtener crédito internacional.
¿Por qué el
mercado castiga en esta forma los bonos soberanos emitidos por Venezuela? Una
respuesta simple y boba sería decir que eso obedece a una maniobra del
imperialismo para desprestigiar y para crearle problemas a la revolución bolivariana.
Otra respuesta, pariente de la anterior, consiste en decir que los mercados
financieros internacionales se han hecho eco de la campaña alarmista y provocadora,
pero sin base alguna, que han llevado adelante los líderes de la oposición
venezolana.
Una respuesta
alternativa, mucho más sensata, sería decir que los mercados financieros internacionales conocen
bastante bien lo que sucede al interior de Venezuela - en su economía, en su
gobierno y en su política - y que ven que los riesgos de invertir en sus
papeles es bastante más alta que la de invertir en los bonos de otros países. A
pesar de que Venezuela nunca ha dejado de honrar sus deudas externas, sus
dificultades para hacerlo son cada vez mayores. A pesar de que el petróleo le
proporciona a Venezuela un flujo importante de petrodólares, las reservas del
Banco Central están cada vez más bajas, y las dificultades de las empresas y de
las personas para poder acceder a los dólares son cada vez mayores. A pesar de que los productos importados siguen
presentes en el consumo de los venezolanos, la dificultad para adquirirlos es
cada vez mayor. A pesar de que el Gobierno trata de hacer ver que aquí no hay
problema alguno, eso ya no se lo cree nadie, ni dentro ni fuera del país.
sergio-arancibia.
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