viernes, 8 de marzo de 2013

LA EPOCA DE LOS SUNAMIS.


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 8 de marzo 2013.)



El Ministro de Hacienda de Colombia, en recientes declaraciones de
prensa, ha manifestado que América Latina se encuentra en el medio de
dos sunamis: por un lado el sunami monetario proveniente de Europa, de
Estados Unidos y de Japón, y por otro lado, el sunami comercial
proveniente de China y de algunos otros países asiáticos.  En otras
palabras, capitales abundantes y baratos, por un lado, y por otro
mercancías igualmente baratas y abundantes.
Hace algunas décadas atrás, una avalancha de capitales hacia América
Latina, proveniente de los países desarrollados, hubiera sido recibida
como un auténtico maná caído del cielo.  Hoy en día el problema es la
abundancia de dichos capitales, pues eso hace bajar el precio del
dólar, expresado en moneda nacional- es decir, una revalorización de
la moneda nacional- con lo cual se desincentivan las exportaciones que
tan necesarias son para generar una inserción positiva y sostenida en
los circuitos del comercio internacional contemporáneo.
La abundancia de mercancías baratas provenientes de Asia se convierten
también, al mismo tiempo, en una bendición y en un problema, pues
generan opciones y alternativas en los mercados internacionales de
bienes manufacturados - antes dominados sólo por los países
desarrollados -  pero  arruinan también  a productores nacionales en
los países en desarrollo y hacen difícil la competencia internacional.
POLÍTICA MONETARIA
Si estos problemas obedecieran única y exclusivamente a la baja
productividad o al mal desempeño de las economías de los países en
desarrollo el problema podría ser entendido, al menos por algunos,
como un castigo de los dioses frente a lo cual no queda sino la
resignación.  Pero la realidad de las cosas muestra que estos
fenómenos que mencionamos son consecuencia de las políticas económicas
tomadas por otros gobiernos del mundo, en defensa de sus intereses
nacionales, y sin que les importe mayormente las consecuencias
negativas que las mismas puedan tener sobre terceros países.
El sunami financiero y  monetario es consecuencia de la política
monetaria de Estados Unidos, de Inglaterra y de Japón,
fundamentalmente, que buscan insuflar a sus economías, y a la economía
mundial, la liquidez que sea necesaria como para poder revitalizar sus
economías. Esos capitales, que salen del sistema bancario a tasas de
interés cercanas a cero, no se quedan en sus países de origen, sino
que salen a recorrer el mundo en busca de inversiones rentables. Los
países en desarrollo - y en particular los países de América Latina -
necesitan de esos capitales, pues aportan desarrollo productivo y
tecnológico, e inserción en los canales comerciales internacionales,
pero su recepción en grandes volúmenes trae las consecuencias que
hemos mencionado. El problema radica, entonces, en cómo aprovechar la
presencia de esos capitales, minimizando o eliminando sus eventuales
consecuencias negativas. Eliminar éstas últimas por la vía de impedir
o inhibir la entrada de capitales extranjeros, es muy fácil, pero al
mismo tiempo muy torpe, pues implica cerrarse a los aspectos positivos
que puede tener la actual coyuntura económica internacional.  Pero las
medidas individuales o colectivas, en el campo internacional,  para
impedir que la situaciones cambiarias minen la productividad de los
países en desarrollo, es un tema que está abierto, y en el cual es
necesario el más amplio debate. En todo caso, los países desarrollados
no son inocentes ni indiferentes en el desarrollo de esta situación.
El sunami comercial tiene a China y a varios otros países asiáticos,
como protagonistas fundamentales.  No se puede impedir que las
mercancías provenientes de esos países sean generadas con salarios más
bajos que los que se pagan en otras regiones del mundo. No se ve
posible establecer ni postular hoy en día una homologación universal
de salarios. Pero lo que sí es posible y deseable es impedir los
subsidios privados o estatales a ciertas mercancías – es decir, el
dumping, la venta por debajo del costo- para penetrar mercados y
arruinar competidores a nivel internacional.
DESLEALTAD
Esa es una práctica desleal de comercio condenada en la Organización
Mundial de Comercio,  pero frente a la cual, desgraciadamente, es
difícil tener los controles adecuados.  Pero es también un problema
que debe ser analizado y enfrentado en forma tanto individual  como
colectiva en el seno de la comunidad internacional. Los sunamis
monetarios y comerciales tensan y amenazan, hoy en día, la disciplina
y el esfuerzo económico que ha realizado América Latina en el
transcurso del siglo XXI.

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