(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 1 DE Febrero de
2013)
Colombia y
Venezuela son países parecidos en algunos aspectos - incluso se suelen llamar
hermanos en los discursos oficiales - pero son muy diferentes en otros. El
manejo de la economía se ubica claramente en este último campo.
El gobierno
de Colombia lucha desesperadamente - en estas semanas iniciales del año 2013-
con el problema que se le presenta en el mercado cambiario. Allí el dólar se
devalúa y el peso se revalúa, con lo cual se desestimulan las exportaciones
colombianas, las cuales, a pesar de todo, han tenido un crecimiento sustantivo
en el transcurso del año 2012. Se buscan
herramientas de política económica de las cuales poder echar manos, tales como
la compra de mayores volúmenes de divisas por parte del Banco de la
República - banco central de Colombia –
para efectos de encarecer esa moneda extranjera y/o potenciar las inversiones
en el extranjero de los agentes económicos públicos o privados. En pocas
palabras, se está en presencia de una abundancia de dólares que no le hace bien
a la economía colombiana.
Venezuela en
cambio, lucha desesperadamente contra las tendencias del mercado que le indican
que debe devaluar su moneda – revaluar el dólar- para efectos de equilibrar las
cuentas internas y externas de su economía. En las cuentas internas se necesita
que el dólar petrolero –por lo demás escaso a pesar de los buenos precios del
barril de petróleo en el mercado internacional- se traduzca en mayor cantidad
de bolívares para mitigar en alguna medida el déficit público que se calcula,
para el 2013- en 20 % del PIB. En las cuentas externas se necesita equilibrar
la oferta con la demanda de dólares, desestimular las importaciones, dejar de
subvencionar el turismo en el exterior y los depósitos en el extranjero, y tratar
por lo menos de detener la caída de las exportaciones no tradicionales.
Podríamos
decir que Colombia lucha contra las consecuencias de su propio éxito. La
inversión extranjera ha fluido en forma abundante hacia ese país,
fundamentalmente hacia las actividades mineras y petroleras, lo cual se suma al
incremento de las exportaciones y del turismo, lo cual aumenta la oferta de dólares
en el mercado local, generando tendencias a la baja en su precio expresado en moneda
nacional. Frente a esa situación no se puede detener el flujo de inversiones
extranjeras – que es en alguna medida causa del problema presente- pues la estrategia
de internacionalización creciente de la economía colombiana descansa
precisamente en la búsqueda de esos acuerdos con el capital extranjero, que le
implican al país no sólo capitales, sino también tecnologías y apertura de
mercados y de canales de distribución a nivel internacional.
La compra de
divisas por parte del Banco de la Republica podría efectivamente hacer subir el
precio de la divisa, pero a riesgo de lanzar al mercado una cantidad equivalente
de moneda local, lo cual podría tener impactos
negativos sobre la tasa de inflación.
Venezuela,
en cambio, sufre las consecuencias de los fracasos de su política económica. La
inversión extranjera se ha reducido a su más mínima expresión. Una buena parte
de lo que figura como tal en la balanza de pagos se corresponde con las ganancias
no remesadas por parte de las inversiones extranjeras que ya están en Venezuela,
y que se ven obligados, por la no autorización de las divisas correspondientes,
a una suerte de “inversión forzada”.
Tampoco las exportaciones petroleras, que según las cifras de la balanza
de pagos fueron, el año pasado las más altas en la historia conocida de
Venezuela, permiten un flujo cómodo de divisas, pues son exportaciones que van
directamente al pago de deudas externas y/o a incrementar acreencias externas
que constituyen parte importante de la política exterior de la revolución
bolivariana. Pero las divisas frescas y líquidas están cada vez más escasas.
Frente a ello sólo queda la alternativa de reducir las reservas del Banco
Central y/o seguir incrementando la deuda externa, que es cada vez más escasa,
más cara y mas condicionada.
Colombia y
Venezuela podrán, por lo tanto, ser
países hermanos, pero morochos no son.
sergio-arancibia.blogspot.com
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