miércoles, 20 de febrero de 2013

EL TURISMO EN VENEZUELA


(Artículo de Sergio Arancibia  publicado en TAL CUAL el día 08 de
Febrero de 2013.)


El turista extranjero está cada vez más ausente de Venezuela. La
recepción de turistas extranjeros no sólo no crece aquí al ritmo en
que la actividad turística aumenta a nivel planetario, sino que
incluso se retrocede. Según la Organización Mundial de Turismo,
Venezuela recibió en el año 2011 un total de 551 mil turistas
extranjeros, en circunstancias que dos años antes, en el 2009, esa
cantidad era de 615 mil.  En la isla de Margarita - antaño un
hervidero de europeos, norteamericanos y latinoamericanos que venían a
gozar de las aguas cálidas y limpias del Caribe - hoy en día los
extranjeros han prácticamente desaparecido. Se han alejado por la
inseguridad, por la falta de control gubernamental a ciertos servicios
turísticos, por los horarios de los aviones, por los cortes de luz,
por el tipo de cambio oficial, etc.  Se han alejado también por el
hecho de que hoy en día existen en el Caribe muchos puntos que ofrecen
la misma naturaleza, pero con servicios turísticos de primer orden.
República Dominicana, México, Costa Rica, Cuba, ofrecen las aguas
cálidas y cristalinas del Caribe con hoteles de cinco estrellas y con
servicios turísticos orientados a hacerle la vida grata y segura al
turista durante los días de su permanencia, sin un nivel elevado de
riesgo para su vida o para sus bienes.  Va poniéndose  claramente de
relieve que no basta con tener bellezas naturales, sino que hay que
saberlas ofrecer, pues en cada tipo de turismo hay una competencia
feroz, donde las imágenes y los pequeños detalles definen el resultado
final. En turismo de sol y playa, hay decenas de ofertas de calidad en
todo el Caribe. En turismo agroecológico, igual. El turismo político,
que es donde Venezuela más  destaca, lejos de aportarle divisas al
país, le significa un gasto enorme, pues hay que pagar pasajes y
estadía a un tropel de jalabolas internacionales de tercer orden que
vienen a aplaudir la revolución bolivariana.
Recientemente pude observar en vivo y en directo una de las
contradicciones de turismo  oficial venezolano. En un hato llanero,
expropiado en los años recientes, se ofrece hotelería y servicios
turísticos que pueden englobarse dentro de la categoría de turismo
agroecológico. La verdad, es que se trata no sólo de una naturaleza
exuberante y hermosa, sino que también de servicios turísticos bien
concebidos y bien implementados. Lo curioso del caso es que el costo
diario por habitación es más caro para el turista extranjero que para
el turista nacional. En muchos países de la región el turista
extranjero está eximido de una serie de impuestos internos que gravan
al común de los ciudadanos, en particular del IVA en los pagos por
hotelería. Se asume que cada ciudadano de un determinado país paga
impuestos para tener derecho a los servicios que en forma permanente
le brinda el estado nacional del país donde reside, tales como
seguridad, salud, educación, defensa, etc. El turista no goza en forma
habitual de esos servicios estales y por ello no se le impone que
contribuya a financiarlos. Basta con que compren los bienes y
servicios del país y contribuyan en esa forma a incrementar la
producción y el empleo. No se busca, desde luego,  subvencionar al
turista extranjero, sino que ponerlo a pagar los costos que los
servicios tengan pero sin gravarlo con impuestos adicionales. En
Uruguay incluso se le devuelve al turista extranjero los pagos extras
por impuestos a la gasolina o por alquiler de departamentos. Acá en
Venezuela pareciera que el criterio es diametralmente distinto: hay
que castigar y sacarle la mayor plata posible al turista extranjero.
Se asume que es adinerado - que es algo cercano a un oligarca - y por
lo tanto hay que ponerlo no sólo a pagar los servicios que consume,
sino que también a pagar impuestos para financiar los servicios
habituales del estado. Paralelamente, por la vía de asignarle cuotas
de dólares a precios baratos a los ciudadanos venezolanos  que salen
al exterior,  y permitir el pago de los pasajes aéreos a precios que
corresponden también con un dólar barato, se está subvencionado el
turismo en el extranjero. Es decir, más o menos todo lo contrario que
lo que hacen la mayoría de los países que están interesados en tener
un saldo positivo entre los ingresos y los egresos por concepto de
turismo internacional.

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