(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 18 de Noviembre
de 2015)
La Comisión
Económica para América Latina, CEPAL - organismo dependiente de Naciones Unidas
- publica anualmente las estadísticas sobre recepción de inversión extranjera
directa, IED, por parte de los
diferentes países de la región. Recientemente publicó los datos sobre el año
2014 en un documento titulado
La Inversión Extranjera Directa en América Latina
y el Caribe. De acuerdo a dicha fuente Venezuela recibió en el año 2014 un total
de 320 millones de dólares en calidad de IED. Se trata de una cifra menor que
la que recibe Uruguay (2.7 51 millones de dólares) o Chile (22.002 millones de dólares) o
Colombia (16.054 millones de dólares) o incluso que República Dominicana (2.209
millones de dólares) o que Panamá (4.719 millones de dólares)) que son países,
estos dos últimos, de menor dimensión
económica que Venezuela. Desde luego, es también muchísimo menor que la que
recibe Brasil (62.495 millones de dólares)) o México (22.795 millones de dólares). También
es menor que la cantidad que ha recibido la propia Venezuela en otros momentos
del pasado reciente (2.680 millones de dólares en el 2013)
No hay duda,
por lo tanto, que Venezuela no luce como un país atractivo para los capitales
que buscan oportunidades de inversión rentable fuera de sus países de origen.
Eso se puede deber a muchas razones. Puede obedecer a que la legislación nacional
no es clara en lo que respecta a los deberes y derechos de la inversión
extranjera y los capitales externos no
quedan suficientemente protegidos, sobre todo contra la posibilidad de
expropiaciones arbitrarias o de cambios en las reglas del juego iniciales. Puede
deberse también a que las remesas de utilidades, que es la razón primera y
última por la cual los capitales fluyen a un determinado país, no quedan aseguradas,
sino que deben pasar muchos meses y muchos trámites como para que dichas remesas
sean autorizadas. Puede suceder, además, que en caso de conflicto con las
autoridades locales no queden claras las instancias internacionales a las
cuales se puede recurrir para dirimir la controversia. Es posible, así mismo, que
la legislación laboral no permita a los capitales extranjeros tener una situación
competitiva en el mercado internacional, hacia donde pretenden exportar las mercancías
que produzcan en Venezuela. También puede deberse a que la tasa de cambio a la
cual se cambian los capitales al momento de entrar es muy diferente a la tasa
la cual deben cambiar a l momento de retirar sus capitales o sus utilidades. O
puede deberse a la obligación de aceptar pagos no contables y no legales para
algunas gestiones ante entes públicos o privados. Y puede deberse, desde luego, a varias de estas
razones juntas.
El atraer
capitales extranjeros es visualizado como beneficioso por la mayoría de los
países del planeta Tierra. Se puede decir que existe hoy en día una competencia
para atraer a esos capitales extranjeros por parte de los diferentes países. Se
supone que eso permite llevar adelante actividades productivas que de otra
forma no se podrían realizar; permite incrementar el empleo y la producción;
permiten entrar en contacto con tecnologías
de punta y capacitar a personal obrero o profesional; permiten incrementar las
exportaciones, y recabar más impuestos a los gobiernos locales.
No hay duda
que también hay riesgos en esto de permitir la entrada de capitales extranjeros.
La historia muestra muchos casos en que esas empresas han llegado a ser tan poderosas
en los países donde operan que inciden en forma negativa en la política y en
las decisiones de política económica del país sede. También es posible que la
empresa extranjera mantenga con su casa
matriz relaciones técnicas, financieras, y comerciales que sean muy rentables
para el conglomerado extranjero en su conjunto pero muy negativas para el país sede
donde se desarrollan las actividades productivas. También es posible que sobre
exploten los recursos naturales, que contaminen el ambiente, que evadan
impuestos, y que generen un entorno de corrupción para obtener favores de los
gobiernos nacionales o locales. Todo eso es posible, pero también es posible de
evitar por la vía de instancias gubernamentales con suficiente honradez y capacidad
técnica y contralora. Es indudable que la capacidad de control y de información
que hoy en día tienen los gobiernos es infinitamente mayor que la que existía
en tiempos de las repúblicas bananeras.
Si se analizan
las cifras relativas a la IED recibida
por Venezuela en el año 2013 –pues no hay cifras desagregadas para el 2014 - se
visualiza la presencia del componente Reinversión de Utilidades, con un monto
de 975 millones de dólares, que no es
exactamente nueva inversión proveniente del exterior, sino que se trata de las
utilidades de los capitales ya invertidos en el país en períodos anteriores,
que no pudiendo obtener divisas para fluir hacia el exterior, se quedan en el
país como nueva inversión, aun cuando en realidad es inversión ya vieja que ha
quedado presa dentro del territorio. Otra modalidad que asume la IED que aparece
en las estadísticas correspondientes a Venezuela es la de los Préstanos entre
Compañías, con un monto de 1.784 millones de dólares, que es crédito externo a
las empresas extranjeras, es decir, no es exactamente capital de riesgo, sino
que es un préstamo que debe ser devuelto en los momentos y en los montos que
hayan sido pactados, pero que en las estadísticas sobre esta materia se
engloban dentro del concepto de IED. Los nuevos aportes de capital – que es
el monto real de nuevos capitales de
riesgo que realmente ingresan al país - tuvieron en el año 2013 un monto negativo de
-79 millones de dólares, que corresponde a retiros de capital.
Se puede
decir, por lo tanto, con bastante base, que Venezuela va quedando
crecientemente al margen a las corrientes comerciales y financieras que
caracterizan al mundo contemporáneo.
sergio-arancibia-blogspot.com
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