(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 25 de Septiembre de 2014.)
En el seno del Gobierno parece abrirse paso – con lentitud
y con dificultades, pero ganando más espacio, en todo caso, que en los 15 últimos años – la idea de que es
necesario promover las exportaciones no petroleras, y en particular las exportaciones
no tradicionales, es decir, las que sin ser petroleras, tampoc0o son hierro,
aluminio, café y cacao, aun cuando estas dos últimas seria bien bueno que fueran
objeto de nuevos estímulos que las colocaran nuevamente en los espacios del comercio
internacional contemporáneo.
La vieja idea de que es necesario dejar de
depender en tan alta medida del petróleo para proveernos de divisas parece
volver lentamente por sus fueros.
En aras de
cooperar con tan nobles intenciones es necesario partir por recordar que para
tener una inserción internacional exitosa es necesario tener políticas económicas
expresamente encaminadas a ese objetivo, las cuales tienen que ser coherentes y
globales, es decir, abarcar los diferentes aspectos que rodean la acción exportadora.
También podría expresarse esa misma idea diciendo que para promover las
exportaciones hay que hacer cosas diferentes a las que se hacían cuando no se
estaba interesado en aquello. Más claro aun: hay que hacer cambios. Así de
simple.
La otra
cuestión general que es necesario tener en cuenta es que es difícil ponerse a
inventar en esta materia. Como la inmensa mayoría de los países serios del
planeta Tierra están interesados desde hace varias décadas en este asunto de
promover sus exportaciones, hay muchas experiencias acumuladas – buenas y malas
– y es importante aprender de todas ellas. No es posible ponerse nuevamente a
inventar la rueda.
Una de las
prácticas habituales en esta materia es la constitución de zonas económicas
especiales, que son espacios territoriales que sin dejar de estar plenamente
bajo la soberanía del país, se rigen por normas especiales en materia de
exportaciones, importaciones, impuestos, aranceles y manejo de divisas. En esos espacios es
posible - como una de las formas que esas zonas pueden asumir -que las empresas
allí establecidas puedan importar libremente los insumos y materias primas que
estimen necesarias – sin pago de los aranceles e impuestos que se pagan cuando
se interna un producto al mercado nacional- transformar y procesar esos bienes para dar origen a productos nuevos, y exportar
finalmente estos bienes al mercado internacional. En esa forma se promueve la
inversión nacional o extranjera, se utiliza la mano de obra local, se incorporan
materias primas y servicios locales a los nuevos productos exportados y se
captan impuestos.
Con todo esto es posible obtener ganancias netas para el
gobierno, para las empresas y para los trabajadores. Pero es necesario dejar
que esos espacios económicos especiales sean zonas donde impere un alto grado
de libertad económica. Libertad para acceder a las divisas necesarias para
importar; libertad para realizar con agilidad las importaciones desde los
proveedores técnica y económicamente más confiables; libertad para convertir a
moneda nacional solo las divisas que se
necesiten para darle continuidad al negocio; libertad para realizar las contrataciones
de insumos, servicios y mano de obra que se estimen necesarias; libertad para disponer de las divisas que se obtengan por concepto de
exportación para reeditar los procesos productivos; libertad para exportar
rápidamente a los nuevos o viejos clientes que esas empresas tengan en el
exterior. La palabra clave es libertad económica, aun cuando sea dentro de los
estrechos límites de un muro que rodee la zona económica especial. Una zona
económica especial llena de controles, permisos, autorizaciones, alcabalas y
burocracia de todo tipo, es la negación misma del objetivo que se persigue.
sergio-arancibia.blogspot.com
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