(Artículo de Sergio
Arancibia publicado en TAL CUAL el día 18 de Septiembre de 2014.)
El cable
trajo recientemente información sobre la sustitución que muchos restaurants
importantes de Europa están haciendo de la carne argentina por carne procedente
de Uruguay o de Chile. Como
Argentina ha tenido dificultades - más
de tipo político o administrativo que de tipo realmente productivo - para
llevar adelante las exportaciones cárnicas que le son habituales, muchas cadenas
de restaurants - y también cadenas de supermercados - se han vistió obligadas a
buscar sustitutos a los bifes argentinos que caracterizaban su oferta
gastronómica. Esta situación - que puede parecer muy obvia- pone de relieve un
hecho fundamental en el comercio internacional contemporáneo: la oferta tiene
que ser contínua y regular, y no puede ser esporádica o espasmódica. Como con
respecto a cualquier producto existe hoy
en día una pluralidad de países y de productores competitivos, el que
interrumpe una cadena de abastecimiento es rápidamente sustituido por otros
productores de la misma especie. Por ello, no se puede exportar el excedente
que se genere en el proceso de producción o de comercialización interna, ni se
pude exportar cada vez que a un funcionario se le da la gana de otorgar las autorizaciones
correspondientes. El comercio internacional tiene sus reglas - algunas escritas
y otras no- y el que las viola queda inexorablemente fuera de los mercados.
Otra
noticia: Brasil ha tomado la decisión de incrementar los subsidios que hoy en
día otorga a la producción y exportación de azúcar y de etanol. En el seno de
la Organización Mundial de Comercio, OMC, están prohibidos los subsidios a los
bienes manufacturados, pero no así a los bienes agropecuarios. Como la caña de
azúcar es claramente un bien agrícola, el subsidio radicado en esa fase del
proceso productivo no viola las normas internacionales del comercio, aun cuando
ello beneficie aguas abajo a los productos que se generan con ese insumo. Esta
medida pone de relieve dos cosas: por un lado, que la promoción de
exportaciones, y la competitividad en los mercados internacionales, no es una
cosa frente a la cual haya asumir una actitud de meros espectadores - como si ello
fuera un dato de la naturaleza imposible de modificar - sino que es un campo de la política económica
de cualquier país que exige políticas activas por parte de los gobiernos. En
segundo lugar, esta reciente noticia pone en evidencia que las decisiones y
compromisos tomados ante la comunidad internacional, por la vía de la OMC – si
bien deben ser respetados- dan márgenes de
maniobra a los diferentes países, nunca son totalmente rígidos, y es posible
jugar con las opciones que allí se abren sin violar compromiso internacional
alguno. En el campo de los subsidios agrícolas, Estados Unidos y Europa son
campeones y los países en desarrollo no pueden ser en este campo más papistas
que el papa.
En tercer
lugar, fue noticia el hecho de que el Ministro de Agricultura de Chile viajó a
China - con una delegación de funcionarios y de empresarios - para negociar la
apertura del mercado chino a dos productos agrícolas que a Chile le interesa
exportar: las nueces sin cascara y los aguacates. Este viaje pone de relieve
que el comercio avanza hoy en día no por la vía de grandes declaraciones y promesas
de amor, sino por pasos y acciones muy concretas, estudiadas y realistas. Además,
hay que tener en cuenta que entre China y Chile existe un Tratado de Libre Comercio,
que reduce a cero los aranceles en el
comercio bilateral. Las negociaciones arancelarias son indudablemente
importantes para potenciar el comercio, en la medida que crean marcos propicios
para ello, pero igualmente importantes son
hoy en día las medidas regulatorias, básicamente las de tipo técnico, sanitario
y fitosanitario, que tienen que negociarse
producto a producto.
En el
inmenso escenario del comercio internacional no es fácil insertarse
exitosamente, pero ayuda en ese propósito el aprender de los éxitos y de los
fracasos ajenos.
sergio-arancibia.blogpsot.com