(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 31 de Enero de 2014.)
El
Presidente de la República Nicolás Maduro
ha anunciado ya en varias ocasiones que se cuenta – o que se contará
durante el año 2014- con un Plan o Presupuesto
General de Divisas, similar al Presupuesto Nacional que se aprueba todos los
años en la Asamblea Nacional y que regula los ingresos y los gastos del
Estado. La idea no es mala, aun cuando
la comparación que se utiliza sí lo es, pues el Presupuesto de la Nación se ha
convertido en un ejercicio de política ficción bastante poco útil.
En el Presupuesto
que se aprueba anualmente en la Asamblea Nacional - y que nace de una propuesta legislativa realizada por el Ejecutivo - se
ha convertido ya en una tradición el utilizar magnitudes económicas absolutamente
reñidas con la realidad. Se utiliza un
precio de petróleo que bordea la mitad del precio que realmente impera en el
mercado internacional, lo cual hace desde la partida que los ingresos fiscales considerados
en ese documento legal sean sustantivamente
menores a los reales. Igualmente se utilizan datos irreales sobre la inflación,
sobre el crecimiento de la economía y sobre la devaluación esperada. Todo eso hace que lo realmente relevante en
materia de asignación de recursos fiscales o parafiscales no sea el Presupuesto
Nacional, sino que sean los créditos adicionales que solicita posteriormente el Ejecutivo y los gastos sin control ni
planificación alguna que lleva adelante PDVSA en mil cosas diferentes a la
explotación y comercialización petrolera.
Por lo
tanto, si el Presupuesto de Divisas se va a realizar en la misma forma, con datos
irreales - para ocultar una realidad más que para hacer una utilización
programada y racional de las divisas con que cuenta el país - entonces no va a servir
de nada. Pero si se hace con datos reales se convertiría en un instrumento
sumamente interesante, Permitiría, por ejemplo, conocer con precisión cuanto
ingresa realmente por concepto de ventas de petróleo , después de descontar las
entregas que se hacen a China, que son para pagar créditos que ya se recibieron
y se gastaron, o las ventas que se hacen a Petrocaribe, que son en gran medida
a crédito y por las cuales no entran, por
lo tanto dividas liquidas; cuanto
ingresa por concepto de deuda externa, cuanto ingresa por concepto de exportaciones
no tradicionales, cuanto ingresa por concepto de inversión extranjera y cuanto
ingresa por concepto de retorno al país de los depósitos que las personas jurídicas
y naturales, públicas y privadas, mantienen en el exterior, así como el
desglose de cada una de estas magnitudes. Si tuviéramos
datos fidedignos sobre esas variables, ya habríamos avanzado muchísimo
en darle transparencia a los datos básicos
de la economía nacional.
El paso
siguiente, en ese eventual Presupuesto de Divisas - que nadie sabe cuándo será
conocido y publicado en toda su
integridad - es saber cómo serán utilizados los dólares de los cuales se dispondrá
y cuáles serán los criterios que presidirán esa distribución. ¿Cuánto se utilizará
en importaciones estatales? ¿Cuánto en
importaciones realizadas por el sector privado? ¿Cuánto en alimentos? ¿Cuánto
en whisky? ¿Cuánto se utilizará en pago de deuda externa? ¿Cuánto en ayudas,
créditos y donaciones a los países amigos? ¿Cuánto en gastos de la Presidencia? Sobre cada una de estas magnitudes es posible
rastrear cifras en diversos organismos estatales, pero la verdad es que la
mayoría, si no todos, los organismos que elaboran y publican estadísticas
económicas en este país han ganado en
los últimos año un alto grado de descrédito, pues pesa sobre ellos la sospecha
de que maquillan los datos que presentan, para efectos de hacerlos cónsonos con
el discurso gubernamental. Si el Presupuesto
de Divisas que algún día se elabore va a emular al Presupuesto Nacional, en
materia de elaborarse sobre base falsas, o va a ser como otros institutos
estadísticos expertos en maquillaje,
entonces este naciente instrumento de planificación y de ordenamiento
del uso de las divisas no va servir de nada. Si ´por el contrario se construye
con seriedad será un aporte importante a la transparencia de las finanzas públicas.
Una reflexión
final: el hecho de que tenga que elaborarse este Presupuesto de Divisas, como si fuera una gran novedad, pone
de manifiesto que ni Cadivi ni el Banco Central contaban con nada parecido. Cadivi
que asigna divisas ¿no las asignaba de acuerdo a un plan o a un presupuesto? El Banco Central, que administra las divisas
del país ¿no cuenta con un plan sobre los ingresos y gastos que se van a llevar
adelante en el transcurso de un año o de un semestre? Pareciera que el criterio de asignación, hasta
este momento, era el conocido criterio de “como se vaya dando vamos viendo”.
sergio-arancibia.blogspot.com
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