viernes, 21 de junio de 2013

CORRUPCIÓN E INSTITUCIONALIDAD

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 21 de Junio de 2013.)


El Presidente Maduro ha anunciado recientemente la creación de un misterioso grupo encargado de detectar corruptos en el seno de la administración pública.
Lo primero que se puede decir al respecto es que nadie crea un grupo de esa naturaleza a menos que tenga sospechas más  o menos fundadas de que esos especímenes existen. Nadie, por ejemplo, crea un grupo especial para detectar y atrapar marcianos, pues su existencia no está suficientemente fundada, y si existen, no parecen crear muchos problemas al común de los mortales. El hecho de que el Presidente de la República haya llegado a la conclusión de que hay corruptela en el seno del aparato del estado revela, en todo caso, un alto y positivo grado de sintonía con la opinión predominante en el seno de la población venezolana.
En segundo lugar, el hecho de que haya que crear un grupo especial caza-corruptos indica claramente que los otros organismo existentes en la institucionalidad estatal venezolana, supuestamente encaminados a detectar y castigar ilícitos de diferente naturaleza – tales como la contraloría, la fiscalía, la policía, el tribunal supremo de justicia y incluso  el propio parlamento – no son suficientemente diligentes en esas labores. Pero en vez de partir por castigar a quienes se ganan sus reales sin hacer las tareas que la constitución les encomienda, optan por crear un grupo paralelo.  Por esa vía, el próximo año se podría crear un grupo encargado de supervigilar las tareas del grupo recién creado. 
Es posible que algunos corruptos caigan en las redes de este nuevo organismo, sobre todo aquellos que no están suficientemente protegidos, o que no han pagado los peajes que correspondan, o los que fueron suficientemente torpes y dejaron demasiadas huellas de sus tracalerías. Pero hay una cierta institucionalidad que genera o que permite corruptos y corruptelas y que no parece estar en vías de ser tocada. Veamos algunos casos a modo de ejemplo.
DIVISAS Y CORRUPCION
Si tener acceso a las divisas es un favor discrecional que un agente estatal le hace a una persona natural o jurídica,  entonces siempre estará abierta la posibilidad de que ese favor tenga que ser recompensado con otros favores contantes y sonantes. Cuando en el país existía un acceso libre al mercado de divisas, no había posibilidad alguna de que se generara corrupción en ese mercado cambiario. Si tener acceso a la compra de un automóvil nuevo es un favor que alguien le hace a un ciudadano interesado, se está creando una institucionalidad que abre la posibilidad de que el favorecido reconozca y recompense los favores recibidos. En una sociedad donde los carros se compran y se venden libremente, no hay posibilidades de que ese mercado genere corrupción. Si el cemento y las cabillas son escasas y se concentran en manos estatales, la tentación de canalizarlas hacia los amigos, sobre todo hacia amigos generosos y agradecidos, es muy grande. Eso obviamente no sucedería en un contexto en que el cemento y las cabillas se transaran libremente en el mercado correspondiente.  Si las asignaciones de obras y de compras de diferentes instituciones que trabajan con fondos públicos se hacen entre amigos, sin que el sistema de contraloría actúe para nada - porque probablemente son amigos de los mismos amigos - entonces el sistema de corrupción se generaliza y se hace indetenible. Si los organismos encargados de investigar casos de posibles delitos contra la cosa pública investigan sólo a quienes precisamente están  alejados de la cosa pública – incluso desde antes de la famosa lista de Tascón- entonces los corruptos pueden dormir tranquilos.
BOTIN DE GUERRA
Estamos lejos del cinismo o del pesimismo que supone que la corrupción es intrínseca a la raza humana- o la raza venezolana- y que no hay dios ni ley que pueda detenerla. Pero la lucha contra ese flagelo pasa fundamentalmente por hacer que las instituciones funcionen, es decir, que no sean un botín de guerra para el ganador de las batallas políticas, ni que sea un objetivo estatal el caotizar tanto como se pueda a las instituciones existentes. La administración pública debe ser un  grupo eficiente y permanente con que cuente el Estado para llevar adelante determinadas actividades,  y  la prensa debe ser libre para hacer las denuncias que estime convenientes sin temor a ir a la cárcel cada vez que se denuncie a un corrupto de la casa gobernante.

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