(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 28 de Junio 2013.)
Estados
Unidos y la Unión Europea han decidido iniciar negociaciones comerciales
encaminadas a conformar un área de libre comercio entre ambas regiones de
mundo. La suma simple del espacio económico representado hoy en día por ambas
macrorregiones del planeta es igual al 47 % del PIB mundial y a aproximadamente
un tercio de los intercambios comerciales que se realizan en el planeta Tierra.
De concretarse
ese proyecto, no se estaría en presencia de un acuerdo comercial más- de los
muchos que están presentes en la geografía económica mundial contemporánea -
sino de un acuerdo que cambiaría muchos y muy importantes aspectos de las
relaciones económicas internacionales. No sólo Estados unidos y la Unión Europea
verían modificados sus flujos
comerciales, sus volúmenes y sus regulación recíprocas, sino también todos
aquellos países que participan o aspiran a participar en forma significativa en
el comercio internacional contemporáneo.
Los
aranceles promedio en materia de bienes industriales, entre ambas regiones, no
es hoy en día muy elevado. Se ubica alrededor de 4 %. Eliminar ese arancel y/o
asimilar una reducción de ese tamaño en los precios de las mercancías
importadas no sería una cuestión muy difícil de negociar. Mucho más difícil que
la reducción arancelaria – que no deja de ser un elemento inescapable en toda
negociación comercial- es la armonización regulatoria – tal como dice el
catedrático español Federico Steinberg en reciente artículo -cuestión esta
ultima que adquiere creciente y problemática presencia en todas las negociaciones
de este tipo.
CAMPO
COMERCIAL
En el campo
de la armonización regulatoria se encuentran temas tales como las políticas agrícolas
de Europa y de Estados Unidos, ambas llenas de subsidios y de mecanismos
proteccionistas que hacen difícil su desmantelamiento y su reemplazo por un
esquema más librecambista. Se encuentran también temas como el tratamiento de
todo el amplio campo del comercio de servicios, que adquieren creciente peso en
el comercio internacional. Las telecomunicaciones, la energía, las finanzas,
los servicios jurídicos, las consultorías, el tráfico aéreo, incluso la
educación y los servicios de salud, son cuestiones
en las cuales la negociación se centra en los aspectos normativos y regulatorios
más que en los aspectos arancelarios, prácticamente inexistentes en estos
campos. También hay que agregar en la lista de los temas complicados lo
relativo a las compras gubernamentales. A todo lo anterior hay que sumar lo relativo a
normas técnicas, normas fito y zoo sanitarias y normas ecológicas o
ambientales, para comprender que las negociones entre Estados Unidos y la Unión
Europea no serán fáciles ni breves. Pero si se han iniciado, y más aun, si se
han publicitado, es porque hay decisión política de llevarlas adelante y porque
hay avances o negociones exploratorias que muestran que es posible llegar a
acuerdos en las materias más relevantes.
En relación
al impacto que un acuerdo de libre comercio de esa naturaleza tendría para nuestra
región - y para el conjunto de los
países en desarrollo - es dable esperar que se incremente el volumen de
comercio entre los participantes, con algún grado de reducción de comercio con
los países no participantes del acuerdo. En otras palabras, es dable esperar
algún grado de desviación de comercio, que perjudicaría a los países no
miembros del acuerdo. Pero más importante que ello, a mi juicio, es el hecho de
que los aspectos normativos y regulatorios que se establezcan entre esos dos
gigantes comerciales y económicos, se tenderán a convertir - de hecho más que
de derecho - en las normas y reglas que presidirían el conjunto del comercio
internacional a lo largo de todo el siglo XXI. Los países que aspiren a
insertarse en forma creciente en el comercio internacional no podrán sino
conocer y hacer todo lo posible por asimilar las normativas y reglas que
imperarán entre Estados Unidos y la Unión Europea, que serán más o menos las
mismas que cada una de estas regiones impondrán al comercio con terceros.
ADAPTACIÓN
En todo
caso, la adaptación será menos dolorosa para aquellos países que ya han logrado
poner en vigencia tratados de libre comercio con Estados Unidos y/o con la
Unión Europea, pues dichos textos mantendrán su vigencia en los términos en los
que fueron originalmente firmados.
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