viernes, 25 de enero de 2013

LA CELAC BUSCA ENCONTRAR SU LUGAR EN ESTE MUNDO


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 25 de Enero 2013)


Cuando la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, CELAC, estrenó su partida de nacimiento en Caracas, en el año 2011, nadie tuvo claro cuáles eran los objetivos de esta nueva organización internacional. Lo único que quedaba claro detrás de los discursos y de las fotos, era que esta era una instancia internacional de carácter continental pero donde no estaban presentes Estados Unidos ni Canadá.
Que Estados Unidos no fuera miembro de esta instancia uno podía entenderlo por varias razones. Tampoco dicho país es miembro de la Unasur, ni del SELA, ni de la Aladi, por citar algunos organismos que tienen ya cierta presencia en América Latina  - o en parte importante de ella - y la historia de nuestros países es una larga secuela de encuentros y desencuentros - de amor y de odio -entre los Estados Unidos y los países del sur. Se argumentaba que  hacía falta una instancia donde los países no norteamericanos – no se les puede llamar latinos, pues no todos lo son; ni países del sur, pues México no lo es; ni mucho menos países hispanos, pues Brasil nunca lo ha sido – pudieran dialogar y ponerse de acuerdo sin ojos y oídos incómodos.
Con Canadá las cosas son diferentes. Lo dejaron fuera única y exclusivamente por ser demasiado amigo y estar demasiado cerca de Estados Unidos. Pero no hay en los últimos 200 años situaciones económicas, políticas, ni mucho menos militares, que hayan generado enemistad - al menos tensión - entre Canadá y los países al sur del Rio Bravo. Pero así de curiosa viene siendo la política continental en los últimos años.



INVERSIÓN Y COMERCIO
Ahora la CELAC se reúne por segunda vez, ahora en Santiago de Chile, sin el Presidente Chávez, que tanto entusiasmo derrochó cuando este organismo se reunió por primera vez. Y se reúne nada más y nada menos que en asamblea conjunta con la Unión Europea, con la cual existen indudablemente intereses comerciales y económicos conjuntos, que pueden ampliarse y profundizarse. ¿Qué puede salir de bueno de este tipo de reunión? Muy sencillo: inversión y comercio.  Aquellos países de este continente que tengan interés en profundizar su comercio con Europa encontrarán en esta segunda reunión del CELAC una buena ocasión para dialogar con los líderes europeos y buscar puntos de mutua conveniencia. Obviamente los europeos no vienen a regalar nada, sino que vienen a negociar. Están dispuestos a abrir su mercado a las exportaciones de este lado del Atlántico siempre y cuando ellos puedan vender más también en nuestros países. Negociación. Reciprocidad. Esas son las palabras claves en las relaciones económicas contemporáneas. Tal como dijera recientemente uno de los líderes bolivarianos, “regalado se acabó”.  Aquellos países que no tienen interés alguno en ganar mercados, pues sus mercancías de exportación – como el petróleo- tienen demanda asegurada en todo el mundo, tratarán de utilizar la reunión de la CELAC únicamente para lanzar discursos floridos y/o para aburrirse en los pasillos. Hay otros países, como los del Mercosur, que han tratado infructuosamente durante los últimos años - con Venezuela o sin ella - de alcanzar un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, pero no han podido alcanzar esa meta por las mismas razones que los llevan a no intentar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, es decir, porque no ven de su conveniencia una apertura mayor de sus mercados internos. Pero aquellos países como el país anfitrión - en esta oportunidad, Chile - al igual que Perú, o que Colombia, o México, que tienen un comercio fluido y bastante abierto con el viejo continente, aprovecharán de profundizar esa relación y de pasar revista a los pequeños o grandes problemas que toda relación comercial siempre entraña.
BUENA OCASIÓN
En síntesis, lo que quedará en claro en la reunión de Santiago es que no todos los países del lado occidental del Atlántico tienen los mismos intereses en lo que dice relación con los países de la Unión Europea, pero los que tienen algo serio que conversar al respecto, aprovecharán la ocasión de hacerlo.

martes, 22 de enero de 2013

EL COMERCIO INTERNACIONAL Y LA LIBRE COMPETENCIA.


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 21 DE Enero 2012.)


La teoría económica es generosa en argumentos que tienden a demostrar que si en un determinado mercado existe competencia perfecta, entonces se obtiene allí una situación caracterizada por el máximo nivel de producción, el mínimo nivel de precios y el máximo nivel de satisfacción del productor y del consumidor. Esa situación de competencia perfecta se define – siempre en ese ámbito puro y hermoso de la teoría- como una situación en la cual ningún productor ni ningún consumidor tiene poder suficiente como para definir precios en el mercado y, además, el mercado es perfectamente transparente,  existe plena libertad de entrada y de salida al mismo y los factores productivos pueden trasladarse libremente hacia la actividad donde su satisfacción sea máxima.
La presencia de monopolio o de oligopolio es una de las circunstancias en las cuales el mercado se aleja de esa situación de óptimo. Allí el productor tiene la posibilidad de definir precios y niveles de producción que son diferentes a los que existirían en condiciones de libre competencia, y que implican menor satisfacción de los consumidores pero mayores ganancias para el empresario.
Cuando eso sucede, el Gobierno, en defensa del interés general, puede intervenir en ese mercado desplegando una serie de instrumentos y/o de políticas económicas que tienden a  acercar esa situación a la situación de óptimo.  Puede, por ejemplo, imponer un control de precios que fuerce al monopolio a bajar el precio y/o a aumentar la producción. Puede también imponer mecanismos tributarios que impliquen que el Gobierno expropie las rentas o las ganancias extraordinarias o monopólicas de las cuales se apropia inicialmente la empresa en condiciones no competitivas.
Sin embargo, cuando la falta de competencia se da en el plano internacional, es decir, cuando en ese nivel de mercado existe una sola empresa proveedora de un bien o de un servicio – o incluso cuando las empresas proveedoras son pocas -  las posibilidades de ponerle coto a sus ganancias extraordinarias y abusivas por la vía de los instrumentos de la política económica convencional son más difíciles o casi imposibles. 
En el mercado internacional contemporáneo se han generalizado las normas, los acuerdos y los compromisos tendientes a imponer que los gobiernos se abstengan de intervenir en los mercados. Se generaliza la desregulación y la reducción de los aranceles y de los mecanismos proteccionistas no arancelarios. Se tiende a homologar el concepto de libre competencia con el concepto – intrínsecamente diferente- de no interferencia del gobierno. Pero ese mercado internacional está en alta medida caracterizado por la presencia de empresas monopólicas u oligopólicas, que manipulan sus precios y sus  niveles de producción para efectos de maximizar sus ganancias. Frente a ese tipo de empresas la capacidad de intervención de los gobiernos no es la misma que cuando esas empresas actúan sólo en el ámbito nacional. En el mercado internacional los gobiernos no actúan como entes reguladores del mercado, sino que actúan por  lo general como meros consumidores. No tienen capacidad de controlar precios, sino solo pueden tomar decisiones sobre si comprar o no. Los precios se fijan en un ámbito internacional, en el cual los gobiernos realmente existentes tienen muy poca capacidad de incidir. De hecho, no existen instancias internacionales que tengan capacidad de velar por el imperio de la libre competencia. En materia de tributación los gobiernos nacionales mantienen cierta capacidad de imponer aranceles  e impuestos, pero las empresas trasnacionales - por la vía de dividir sus procesos productivos entre muchos países diferentes - logran colocar o disimular sus ganancias allí donde los impuestos sean los más bajos. También la práctica internacional conducente a otorgar “trato nacional” a las empresa trasnacionales, limita la capacidad de los estados de gravar con impuestos especiales a la rentas monopólicas.  
Frente a esta situación, no hay soluciones fáciles, y ni la estridencia ni la soledad son buenas consejeras. El tener un comercio lo más activo y abierto posible con todos los países del mundo, y la convocatoria al capital extranjero para que se radique en nuestros países son cuestiones que hay que seguir estimulando, pues significan aportes a nuestro desarrollo. Pero, al mismo tiempo, hay que luchar a nivel de la Organización Mundial de Comercio y/o a nivel de los grandes acuerdos regionales de integración para ir incrementando la capacidad internacional de controlar o limitar la acción de los monopolios, y de ir abriéndole paso a acuerdos económicos y políticos que modifiquen total o parcialmente la situación descrita.

LA NUEVA COLOMBIA


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el dÍa 22 de Enero 2013.)


Al comenzar el siglo XXI Colombia no era un país que gozara de una buena imagen internacional. En buena parte de la opinión pública internacional el nombre de Colombia traía a la cabeza la idea caótica de la guerrilla y del narcotráfico, o rememoraba la música  y el baile sensual de Shakira, o se le asociaba a las exportaciones de café, o las novelas de García Márquez, en las cuales predominaba una Colombia rural caracterizada por Macondo y el general Buendía. En otras palabras, se le identificaba con la típica, simplona y estereotipada imagen de los países tropicales, tan importante en la conformación de las ideas europeas o norteamericanas sobre el resto del mundo. Hoy en día no cabe duda de que esa imagen internacional ha cambiado radicalmente, y se mira a Colombia como un país serio, estable, en crecimiento, con instituciones que funcionan, abierto a la economía mundial, donde se puede invertir, e incluso donde se puede vivir.
En el estricto campo de la economía- que obviamente es sólo una parte de la realidad social - ha jugado un rol importante en este cambio de imagen el haber firmado sendos tratados de libre comercio con Estados Unidos, por un lado, y con la Unión Europea, recientemente, sin perjuicio de fortalecer sus vínculos con la Alianza del Pacífico - conformada por México, Perú y Chile, además de la propia Colombia - y de incrementar día a día sus vínculos con Centroamérica y con el Asia Pacífico. Además, ha normalizado sus relaciones comerciales y políticas con Ecuador y con Venezuela y tiene pautada una desgravación arancelaria que avanza en forma gradual y automática con el Mercosur.
Pero más allá de los hitos legales o institucionales mencionados – que son causa y consecuencia de esa buena imagen internacional – la nueva Colombia se proyecta internacionalmente basada en el crecimiento de sus exportaciones y en las transformaciones estructurales que se están desarrollando en sus relaciones macroeconómicas fundamentales. Veamos algunas expresiones de aquello.
Las exportaciones de Colombia alcanzaron en los 11 primeros meses del año 2012 la suma de 54 mil 689 millones de dólares. Esa es una cantidad superior en un 6.3 % a la que se alcanzó en el mismo período del año 2011 y un 37 %  superior a la que se presentó en el  conjunto del año  2010. Todo parece indicar, por lo tanto, que se trata no de un salto coyuntural en las ventas externas, sino de una tendencia sostenida. En ese monto exportado el sector agropecuario sólo representa el 4.5 %. Ya el café no es el producto estrella de la economía colombiana. Hoy en día el 55,6  % de las exportaciones colombianas está constituido por petróleo y productos extractivos, y un 39.7 % por productos industriales. Colombia produce más petróleo que Ecuador, que es miembro de la OPEP. Estamos en presencia, por lo tanto, no sólo de un crecimiento cuantitativo de las exportaciones, sino también de importantes cambios en su composición.
Desde el punto de vista de los destinos de esas exportaciones sin duda Estados Unidos sigue siendo el socio fundamental- y el TLC ha ayudado a esa situación - pero en términos relativos el mercado norteamericano representa sólo un 36.4 % de las ventas colombianas, porcentaje que es relativamente bajo en el contexto latinoamericano. China se posesiona como el segundo destino de las exportaciones colombianas, con un  5.3 % de las mismas  – lugar que ocupó Venezuela durante varios años - seguido por España, que ocupa el tercer lugar con un  5.0 % de las exportaciones.  Venezuela se ubica en el año 2012 en el cuarto lugar en ese ranking, con un 4.6 %  de las ventas colombianas, seguida de cerca por Panamá - con un 4.2 % - que se ha convertido en un  país de gran dinamismo, gracias entre otras cosas a la grandes inversiones que se hacen para generar la nueva vía interoceánica. Con Ecuador y con Perú - los dos socios más relevantes de  Colombia en el seno de la Comunidad Andina -  las ventas conjuntas alcanzan al 6.0 % de las exportaciones,   superando a las realizadas hacia Venezuela.  Hacia el Mercosur, las  ventas colombianas suman 1.500 millones de dólares, cantidad que supera con creces las modestas  ventas que realiza Venezuela hacia ese  mismo mercado. En síntesis, Colombia se proyecta con dinamismo y con nuevos bienes en el contexto mundial y regional. Seguirla viendo con los ojos del siglo XX sería un gravísimo error para cualquier país, y más aun para un país vecino.


viernes, 18 de enero de 2013

COMPLEMENTACIÓN CON ARGENTINA





(Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 18 de Enero del 2012.)


El día 27 de diciembre recién pasado salió publicado en la Gaceta Oficial de Venezuela el Acuerdo de Complementación Económica número 68 firmado el día anterior con la República Argentina. Dicho acuerdo - firmado bajo el alero legal de Aladi - viene a dar una forma concreta y visible a las negociaciones que se han sostenido en relación con la entrada de Venezuela al Mercosur. 
Dicha incorporación al grupo subregional implicaba para Venezuela caminar - en un plazo relativamente breve - hacia la eliminación recíproca de aranceles con los otros países miembros. Ese proceso de liberalización comercial no asumió la forma – por lo menos por ahora-  de un acuerdo entre Venezuela y el conjunto del Mercosur, sino un paquete de tres acuerdos diferentes - pero similares -  entre Venezuela, por un lado, y Argentina, Brasil y Uruguay, por el otro. Con Paraguay no se firmó, todavía, en atención a  su peculiar status en el seno del Mercosur. Es dable pensar que ese método de firmar tres  acuerdos,  en vez de uno solo, le permite a cada uno de los países del Mercosur  atender en mejor forma sus especificidades en materia de comercio con Venezuela, sin violentar ninguno de ellos la idea fuerza central de que en un plazo breve debe liberalizarse el conjunto del comercio exterior entre todos los países miembros del Mercosur.
El acuerdo que comentamos establece que Argentina concede en forma inmediata un 100 % de preferencia arancelaria a los productos originarios de Venezuela, con las únicas excepciones del azúcar – donde se mantiene el cronograma de desgravación  establecido en el ACE 59 – y del sector automotor, donde se congela lo establecido en el ACE 59, a diciembre del 2012, hasta tanto no se negocie un tratamiento específico para ese sector.
En reciprocidad, Venezuela concede una preferencia arancelaria de 100 % al conjunto de los productos provenientes de Argentina, pero no en forma inmediata, sino a partir del 1 de enero del 2014. Es decir, obtiene en ese campo un año de gracia con relación a  lo establecido para la contraparte. Pero, además, se establecen varias excepciones. Por un lado, desde luego, quedan exceptuados el azúcar y los productos del sector automotor.  También se establece, en el anexo 1, un listado de 500 productos con relación a los cuales se congela por 5 años  lo establecido en el ACE 59 a diciembre del 2012, y se avanza al 100 % de preferencia arancelaria para el 1 de enero del 2018. En el anexo 2 se agregan 61 ítems arancelarios en los cuales el proceso de desgravación no permanece estancado durante cinco años, como en el listado anterior, sino que se avanza en forma gradual y automática hasta llegar al 100% de preferencia el 1 de enero del 2018.  En un tercer anexo se establece un listado de 21 productos en que el proceso de desgravación  avanza, igual que en el anexo 2, pero se alcanza el 100 % de preferencia el 1 de enero del 2015. Finalmente, en el anexo 4 se establecen 28 ítems, todos del sector petroquímico, para los cuales la desgravación total tiene lugar el 1 de enero del 2013.
En síntesis, Venezuela - sobre todo en función de los anexos 1 y 2, y del año de gracia que se le concede antes de desgravar el grueso del universo arancelario -  ha obtenido un cierto período de tiempo antes de que tenga que enfrentar con toda su fuerza el peso de la competitividad argentina en materia, sobre todo, de bienes agropecuarios.  Pero al cabo de cinco años - en el mejor de los casos - tendrá que enfrentarse al hecho sustantivo de que Argentina es un jugador de las grandes ligas en materia de exportaciones agropecuarias. Esos cinco años - que son un plazo económicamente corto - deberían utilizarse para intentar un proceso de ordenamiento, reingeniería  e incremento de la producción y la productividad agropecuaria en Venezuela, de modo de enfrentar con más posibilidades de éxito la competencia con Argentina. También pueden esos años utilizarse para profundizar y/o continuar con la política económica actual, con lo cual  la futura mayor competencia con la producción argentina vendría a ser el tiro de gracia para la agricultura nacional.

viernes, 11 de enero de 2013

EL ACE ENTRE DOS FUERTES NACIONES SUREÑAS.


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 11 de Enero del 2013.)


El 27 de Diciembre apareció publicado en la Gaceta Oficial de Venezuela número 40079 el Acuerdo de Complementación Económica número 69, firmado el día antes - en el contexto jurídico de Aladi - entre Brasil y Venezuela. Como se trataba de una fecha poco propicia para los análisis económicos - y más aun, como el espectro noticioso ha estado copado con las referencias a la salud presidencial - este acuerdo internacional no ha sido analizado o comentado debidamente por la opinión pública venezolana. Pero como se trata de un acuerdo que muestra con meridiana claridad cómo será la relación entre Venezuela y sus nuevos socios del Mercosur, vale la pena revisar algunos de sus principales contenidos.
El ACE 69 establece la normativa arancelaria que regirá los intercambios entre esos dos países hasta el momento en que se materialice la plena adopción por parte de Venezuela del conjunto de la normativa Mercosur. En términos similares se firmaron los Acuerdos de Complementación Económica 63 y 68, con Uruguay y con Argentina, respectivamente, con el mismo fin. En otras palabras, la adhesión de Venezuela al Mercosur asumió –al menos transitoriamente-   la forma de Acuerdos de Complementación Económica de carácter bilateral con cada uno los países miembros, excepto con Paraguay, que está momentáneamente fuera del Mercosur o por lo  menos de sus órganos direccionales.
El ACE 69 establece que Brasil concederá en forma inmediata una preferencia arancelaria de 100% a todos los productos originarios de Venezuela, sin excepciones. Ese es indudablemente un buen logro para los negociadores venezolanos. Más que eso no es posible conseguir en ninguna negociación. Es posible sospechar que esa actitud de Brasil no obedece a la mera generosidad – actitud muy poco presente en este tipo de negociaciones internacionales – sino más bien al convencimiento de que es muy modesta la competitividad de los productos venezolanos y muy poca, por lo tanto, la peligrosidad que ellos representan para la producción brasileña.
777 PRODUCTOS
A cambio de ello, Venezuela concederá una preferencia arancelaria de 100 % a una gran cantidad de productos originarios de Brasil, pero no a la totalidad de los mismos, ni en forma inmediata. No primó allí un criterio de reciprocidad, lo cual representa una nueva cantidad de puntos para los negociadores venezolanos. La rebaja arancelaria de Venezuela comenzará el 1 de enero del 2014 y, además, se logró que a un listado no pequeño – compuesto por 777 ítems – se le mantuviera hasta el 1 de enero del año 2018 el arancel actualmente vigente, lo cual es una y la misma cosa que decir que se mantiene al arancel que emana del ACE  59, a diciembre del 2012. Esos  777 productos, no constituyen una lista definitiva de productos exceptuados de la rebaja de aranceles, sino una lista de productos que se  desgravarán más lentamente, pues la preferencia arancelaria para ellos se llevará al 100 % el 1 de Enero del 2018. Desde este momento, hasta el 1 de Enero del 2018, dichos aranceles no avanzan a cero en forma gradual y automática - ni se mantienen con respecto a ellos el cronograma de rebajas ya pactadas en el ACE 59 - sino que los aranceles se mantienen en el nivel actual hasta el 31 de diciembre del 2017 – excepto para un pequeño grupo de productos del mundo maderero -  pasando al 100 % de preferencia al día siguiente de esta fecha.  Es dable suponer que esos 777 productos constituyen el conjunto de productos más sensibles para la economía venezolana, o dicho en otras palabras, aquellos que Venezuela quiere proteger en mayor medida y por mayor tiempo. Está allí una cantidad importante de productos agropecuarios. Para ellos la negociación actual consiguió un período de gracia de 5 años, en condiciones incluso mejores que las vigentes en el ACE 59, pero a partir del 2018 quedan en igualdad de condiciones competitivas que el todo el resto universo de productos intercambiables.
SECRETISMO
En el caso particular del sector automotor, se congelan las condiciones arancelarias vigentes en el ACE 59 en diciembre del presente año, hasta tanto no se negocien y se definan condiciones específicas al respecto.      
En materia de normas de origen, se aplicarán gradualmente las normas vigentes en el Mercosur, excepto para aquellos productos que tienen normas específicas en esta materia presentes en el ACE 59.
Este acuerdo estuvo presidido, como es ya costumbre, por el secretismo y la falta de participación y de transparencia, pero aun cuando sea a posteriori, es un acuerdo imprescindible de ser conocido y analizado por el sector privado, para efectos de aprovechar sus ventajas y minimizar, dentro de lo posible, sus eventuales peligrosidades.


martes, 8 de enero de 2013

LA EDUCACION: NECESARIA PERO NO SUFICIENTE.


(Articulo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 8 de Enero del 2013.)



Se ha convertido en un lugar común el decir que la educación es un elemento indispensable para alcanzar el desarrollo. Esa es indudablemente una afirmación verdadera, pero se  trata de una verdad a medias. En realidad hay dos complementaciones importantes que hacer en relación a esa afirmación, para que ella alcance plena validez.
La primera complementación necesaria dice relación con el hecho de que la educación no es un elemento suficiente por sí mismo para generar y sostener un proceso de desarrollo económico y social, aun cuando es indudablemente un elemento indispensable como para que ese proceso tenga lugar. La educación, o lo que es un concepto parecido, la inversión en capital humano, es necesaria para que la inversión en capital físico alcance todo su potencial productivo. Capital humano, sin inversión en capital físico – fábricas, infraestructura, maquinarias- da origen a pueblos pobres, aun cuando cultos y bien informados.
Capital físico, pero sin inversión en capital humano, da origen a despilfarro, deterioro o a un mal uso generalizado del capital físico, el cual termina perdiendo prontamente su potencialidad productiva. En otras palabras, se generan ricos de circunstancia que se farrean rápidamente su situación de tal y que vuelven a su situación inicial de pobreza.
El capital físico y el capital humano conforman, por lo tanto, un binomio del cual ninguno de los elementos componentes puede estar ausente, so pena de que el otro también se esterilice como elemento causal de un proceso de desarrollo.
La segunda consideración es que no toda educación contribuye por igual a generar un buen capital humano. La educación que importa es aquella que se ha pasado a identificar con el concepto de “educación de buena calidad”. Este último es un concepto difícil de definir, pero se puede dar una primera aproximación al mismo diciendo que la buena educación es aquella que da origen a un capital humano capaz de conjugarse en buena armonía con el capital físico que la sociedad necesita para sus procesos de  modernización y crecimiento.  Una educación, por ejemplo, que ponga énfasis en la ideologización de los alumnos, pero que no les proporcione un alto nivel de dominio de la ciencia y de la técnica contemporánea – en particular de la micro electrónica y de la computación - podrá generar un buen contingente de activistas sociales o políticos, pero no generará ingenieros capaces de entenderse con la maquinaria electrónica que domina los procesos productivos del  mundo de hoy. Y un ingeniero así formado, aun cuando tenga diplomas firmados y sellados por las más altas autoridades nacionales, seguirá siendo un capital humano que no será la contraparte adecuada para el capital nacional o extranjero que busque invertirse en el país. El binomio quedará sin uno de sus elementos componentes e inhibirá completamente la acción eventualmente positiva del otro.
La situación sería bastante parecida si una educación de excelente calidad, generadora de un capital humano entendido en los más altos niveles de la ciencia y de la técnica contemporánea, se encontrara con un capital físico de hace cien años atrás, absolutamente obsoleto y depreciado. La ecuación tampoco funcionaría.
El análisis precedente nos lleva a un problema mucho más delicado: la existencia de universidades de buena y de mala calidad.  Las de buena calidad son, indudablemente, aquellas que colocan a los alumnos en condiciones de entenderse o de manipular la tecnología de punta existente en el mundo actual, que es la que se espera esté presente en las nuevas inversiones productivas que se realicen en el país. No es ese desde luego el único componente de la formación de los alumnos. Las universidades trasmiten además, una visión de la sociedad y de sus valores (democráticos) aun cuando ello no esté formalmente presente en sus pensum de estudios. Podríamos en este sentido hablar de un cierto capital social que se recibe en el ámbito universitario. Pero si sólo se quedaran en todo esto último, sin la debida formación técnico-científica de calidad, su formación sería incompleta y su integración al mercado seria dificultosa. Esa educación, que no califique como educación de buena calidad, se convierte en un engaño para el estudiante y para el país.