(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en la edición
digital de TAL CUAL el día 5 de junio del 2018)
El gobierno
de Venezuela acaba de crear un nuevo organismo estatal denominado ProVenezuela,
que se define como una “agencia de promoción de inversiones y exportaciones”. Esta
es una buena iniciativa. En realidad, muchos países de América y del mundo
tienen organismos similares, y en nuestra región tenemos ProColombia, PromPerú,
ProChile, ProMéxico, etc. Se trata, en todos los casos, de organismos
especializados, de alta capacidad profesional, que asumen la compleja tarea de
promover, en beneficio de un país determinado, las inversiones y las
exportaciones en el plano internacional. Hay, por lo tanto, una experiencia
acumulada, que debe ser aprovechada, de modo de no intentar inventar nuevamente
la rueda, y de no cometer errores que se han cometido en otras circunstancias.
Lo primero
que se debe tener en consideración es que un organismo de esa naturaleza no
puede convertirse en un mero organismo de propaganda y de agitación
internacional del gobierno de turno, cualquiera que este sea. Muy por el
contrario, tiene que ser un organismo que lleve adelante políticas de estado,
que sean de largo plazo, y que reúnan detrás de si a todos los sectores
políticos, económicos y sociales. Y para llevar adelante políticas de estado
hay que generar consensos respecto a lo que el país quiere en materia de
inversiones y en materia de exportaciones, o en otros términos, respecto a las
metas y las modalidades a través de las cuales el país pretende integrarse a
las grandes corrientes comerciales y financieras del mundo contemporáneo.
No puede ser
lo mismo, por ejemplo, un organismo que asume como meta que el país se vincule
a la economía internacional vendiendo recursos naturales con poco valor
agregado, que si asume como propósito de largo plazo potenciar las
exportaciones manufactureras o las ventas de bienes y servicios de alta
tecnología. En síntesis, las metas de largo plazo determinan lo que ese
naciente organismo puede llegar a ser, así como los agentes económicos con los
cuajes se relacionará dentro y fuera del país.
El ser un
organismo que lleve adelante una política de estado debe conducir, entre otras
cosas, a convocar en su seno, como personal técnico y gerencial de planta, a
los mejores economistas, licenciados en comercio exterior o egresados de
carreras afines de nuestras universidades, y que preferiblemente tengan
experiencia en el campo empresarial y del marketing y que sean elegidos por
medio de concursos abiertos y transparentes.
No se puede cometer el mismo error que se cometió en la industria
petrolera, donde se hizo cuestión de honor poner en cargos directivos a
gerentes medios y altos que nada sabían de la actividad petrolera, y cuyo único
mérito era tener un alto grado de lealtad hacia el gobierno rojo rojito y hacia
el dinero fácil.
Toda vez que
la idea central tiene que ser organizar, capacitar y apoyar la actividad
exportadora de las empresas nacionales, hay que convocarlas a todas ellas a las
actividades que se lleven adelante desde ProVenezuela - desde integrarse a comités de exportadores,
hasta participar en ferias o misiones comerciales, o a ser beneficiados de la
inteligencia comercial que se genere. No se puede actuar con el criterio
sumamente erróneo de trabajar con empresas que no tienen ninguna capacidad
exportadora, pero están vinculadas al accionar gubernamental, y por ello se les
proyecta como cartas de presentación del país en el plano internacional.
Tampoco se debe dejar de trabajar con empresas que tienen capacidad
exportadora, o que pueden llegar a tenerla en un futuro cercano, y se les deja
fuera por consideraciones políticas.
Aprender a
generar y a asumir una política de estado no es una cosa fácil, pero es quizás
el primero de los grandes desafíos que debe enfrentar esta naciente
institución.
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