viernes, 13 de mayo de 2016

ALLENDE Y EL PLEBISCITO

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día 13 de mayo de 2016)



A los publicistas e ideólogos del gobierno venezolano les gusta cada cierto tiempo comparar la situación venezolana actual con la situación  que vivió Chile en los últimos meses del gobierno de Allende y les gusta, mucho más todavía, intentar comparar al Presidente Maduro con el inmortal presidente chileno. Esa actitud denota una grosera falta de respeto y un mayúsculo desconocimiento de la historia de nuestra América.

En lo relativo a la posibilidad de consultar al pueblo respecto a su gestión como gobernante, me permito recordar, para conocimiento de todos, que precisamente el día en que se materializó el trágico golpe de estado contra Allende – el 11 de septiembre de 1973-  éste tenía programado anunciar al país – desde un acto en la Universidad Técnica del Estado - su decisión de llevar adelante un plebiscito o un referéndum para que el pueblo decidiera si apoyaba el programa de reformas que el gobierno llevaba adelante, o si apoyaba la actitud de ciega y violenta oposición que llevaba adelante la derecha. Allende estaba claro que la situación  no podía seguir como venía desarrollándose en los meses anteriores, en que a un país altamente polarizado y dividido se le iban cerrando las puertas institucionales y civilizadas para resolver sus discrepancias. Por ello, llevar adelante un plebiscito era una fórmula para resolver el conflicto  en forma civilizada, democrática, pacífica y legal. Más aun, se avizoraba en el horizonte que las fuerzas más reaccionarias –civiles y militares - esperaban precisamente que el conflicto político no se resolviera para poder avanzar en la alternativa golpista.

La historia ha recogido parcialmente los diálogos que Allende tuvo con algunos de sus asesores y colaboradores más cercanos, en que se planteó esta iniciativa plebiscitaria. Allí, alguien levantó el interrogante respecto a que pasaba si las fuerzas que apoyaban al gobierno perdían el plebiscito. La respuesta de Allende fue clara: si perdemos, nos vamos a la mierda, pero salvamos el movimiento. La historia dramática de Chile en los años posteriores ha demostrado la sabiduría de esa línea de pensamiento. Una poderosa fuerza social, con  base en partidos de larga tradición de organización  y de lucha, de orientación cristiana, laica y socialista, con apoyo de un movimiento obrero  organizado, responsable y  consciente y con fuertes vínculos con las sectores medios e intelectuales, podía enfrentar con tranquilidad el veredicto del pueblo y seguir gravitando en forma determinante en la política y en la historia nacional aun cuando se viera obligado a retroceder ordenadamente como consecuencia de un eventual  fracaso en dicha consulta.   Si era arrasado a sangre y fuego, en cambio, como efectivamente sucedió, el costo social, político y humano estaba llamado a ser infinitamente mayor.

Esa es la historia. Que aprenda de ella el que quiera y el que pueda.

sergio-arancibia.blospot.com



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