(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en la edición
digital de TAL CUAL el día 20 de Agosto de 2015).
En lo que va
corrido de este año todas las economías latinoamericanas se han visto obligadas
a implementar devaluaciones de sus monedas nacionales. Eso ha sucedido en
México, en Chile, en Colombia, en Brasil, y en la mayoría de los países de la
región, incluida Venezuela. Ello sucede como consecuencia de que los flujos de
dólares desde la economía norteamericana hacia el resto del mundo han disminuido,
e incluso se han revertido, pues la economía norteamericana ha recuperado sus ritmos
de crecimiento, y la tasa de interés interna amenaza con subir, lo cual hace
que los capitales no busquen en la misma medida que antes oportunidades de
inversión en las economías emergentes, sino que se retiren desde ellas a la economía central.
Los dólares que fluyen hacia los países latinoamericanos
se ven también disminuidos por la caída de los precios de los commodities que
nuestros países exportan, lo cual a su vez tiene su causa en que muchos de
ellos dejan de utilizarse internacionalmente con fines especulativos, como depósitos
de valor, y por la supuesta relentización de la economía china, que en la última
década ha funcionado como la gran demandante de esos productos. La menor oferta
de dólares conduce a incrementar el precio de esa divisa expresada en las
correspondientes monedas nacionales.
Al devaluar
sus monedas los países latinoamericanos buscan exportar más, pues sus bienes
exportables disminuyen su valor en términos de dólares, y en alguna medida
también importar menos, en la medida en las compras internacionales se haden
más caras para el consumidor interno.
Algo
parecido estaba sucediendo con la moneda china. Sus exportaciones estaban bajo
la amenaza de disminuir, lo cual obliga a las autoridades chinas a aumentar su
competitividad internacional por la vía de la devaluación del yuan con respecto
al dólar. El Banco Central de China implementó en los primeros días de Agosto
tres devaluaciones sucesivas de su moneda nacional, con lo cual ésta ha
acumulado una caída de 4.6 % con respecto al dólar. Ello le permitirá a China conservar
o incrementar sus exportaciones y conservar en esa medida su presencia
comercial en el mercado internacional contemporáneo. Seguir atada a una tasa de
cambio fija con relación al dólar le significaría a la moneda y a la economía
china perder competitividad internacional y disminuir en esa medida uno de los
elementos que ha sido el motor de su crecimiento a lo largo de más de una
década.
La moneda
norteamericana puede que continúe en proceso de revaluación con respecto a las monedas latinoamericanas, con respecto al
euro, y con respecto a las monedas de otros rincones del planeta. Pero la
devaluación china coloca al yuan nuevamente en una situación de paridad con
respecto a las monedas distintas al dólar, con las correspondientes
consecuencias comerciales.
Para los
países latinoamericanos la devaluación del yuan significará que las mercancías
chinas seguirán activamente presentes en sus mercados, compitiendo con los
bienes procedentes de las economías de los países desarrollados y compitiendo
también con la producción interna dentro de los propios países en desarrollo.
Si uno quiere ver el lado positivo de esta situación, puede decirse que seguirá
presente una oferta competitiva, eventualmente más barata, de los bienes que
los países en desarrollo necesitan importar para su consumo o su inversión. Al
mismo tiempo, si las exportaciones chinas mantienen su crecimiento y su expansión
internacional, crecen también las materias primas que ese país necesita para
alimentar a su población y/o para alimentar a su aparato productivo, con lo
cual puede detenerse la caída en los precios de las materias primas exportables
por parte de nuestra América.
sergio-arancibia.blogspot.com
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