viernes, 23 de mayo de 2014

EL SICAD 2 Y LAS COMPRAS A BORBOTONES

(Articulo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 23 de mayo de 20104.)


En condiciones relativamente normales de funcionamiento de una economía, un empresario que necesita insumos importados para llevar adelante su proceso productivo – o un comerciante que necesite mercancías importadas para abastecer a sus clientes- planifica con la debida antelación sus compras en el exterior. Nadie busca un proveedor internacional el día antes de que se agoten sus existencias. Lo normal es tomar contacto con dos o tres proveedores de calidad, pedirles cotizaciones, establecer con cada uno las posibles condiciones de entrega, tomar decisiones respecto a cual proveedor es el más conveniente, empezar los tramites bancarios correspondientes, ver los problemas de costos y tiempos relacionados con el flete, y cuando la mercancía llegue a puerto en el país de destino, hay que tomar las providencias como para poder desaduanarla cuanto antes y finalmente movilizarla dentro del país desde el puerto hasta los locales de venta o de almacenaje. Todo ese proceso toma por lo menos tres meses.
Si el importador no tiene acceso seguro a los dólares necesarios como para pagar las mercancías que compra, entonces toda esa cadena se corta o se interrumpe. Nadie puede comprar nada en el exterior diciéndole al vendedor “…mira pana, te pago apenas salga favorecido en las subastas del Sicad 2”. Eso es una lotería que queda totalmente fuera del control de importador. Un proveedor internacional, si conoce bien a su cliente en el país comprador puede que esté dispuesto a venderle a crédito, a dos, tres o más meses. Pero una vez cumplidos los plazos establecidos hay que honrar la palabra –y/o los documentos – que se han comprometido. Si no, la confianza, la amistad y los créditos se acaban.
En condiciones normales, en países bien organizados, es posible coordinar las compras nacionales e internacionales de modo que nunca una empresa quede desabastecida de los insumos que necesita - pues eso significaría paralizar el proceso de producción - pero que tampoco tenga un exceso de los mismos en bodega, que eso implicaría costos financieros y de seguridad. Es lo que se llama hoy en día el sistema logístico o de distribución “justo a tiempo”. Esa es la tendencia de los tiempos.
Pero en Venezuela, con el Sicad 2, las cosas son totalmente diferentes. Solo es posible poner en marcha el proceso de compras internacionales una vez que el empresario ha salido beneficiado en la asignación o subasta correspondiente. Allí le dirán cuantos dólares tiene a disposición y a qué precio. Solo entonces sabrá  que volumen de mercancías podrá comprar en el exterior. Desde ese momento, hasta que las mercancías aparezcan  en los circuitos comerciales venezolanos pueden pasar tres meses. Puede pasar más tiempo aun si los barcos que traen las mercancías tienen que esperar semanas en las afueras de los puertos antes de poder atracar a los muelles de descarga, o si el proceso de desaduanamiento se alarga más de la cuenta por ineficiencias o por otras causas de fácil suposición.
Todo esto lleva a que el Sicad 2 sea un proceso que luce como un claro generador de ineficiencia en todo el sistema comercial y productivo nacional. Más allá del problema de si lo asignado es mucho o poco, o si es barato o caro cada dólar que allí se transa, lo más perverso del sistema es que no hay nada transparente, nada seguro, nada a partir de lo cual se puedan planificar o anticipar procesos de comercialización. Hay que vivir al día y actuar en función de cómo se vayan dando las cosas. Sería casi un chiste pensar que con este sistema se pueda generar algo parecido al sistema logístico del justo a tiempo. Más  bien lo que se genera es una política de abastecimiento a borbotones. Cuando se sale  beneficiado en la subasta, hay que comprar todo lo que se pueda, mucho o poco, y colocarse  de nuevo a la cola para la próxima subasta.
Otra consecuencia de este sistema de los borbotones es que, entre un borbotón y otro, hay que aguantar períodos de sequia. Quien tiene mayor capacidad de resistencia no son las pequeñas  y medianas  empresas, sino las grandes, que tienen, además, más capacidad de presión y de relacionamiento. Esto genera, por lo tanto, entre otras cosas, una tendencia clara a  la concentración y centralización del capital industrial, comercial y financiero.  

sergio-arancibia.blogspot.com

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