viernes, 30 de mayo de 2014

LAS CADENAS DE VALOR INTERNACIONAL

(Articulo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 30 de mayo 2014)


A nivel internacional viene manifestándose con mucha fuerza la tendencia a producir bienes – y en alguna medida también servicios - por la vía de integrar la producción que se realiza en diferentes partes del mundo. Si es posible que la  producción de un bien se pueda  descomponer  en muchos procesos, partes y piezas independientes, es posible también que cada una de esas piezas o bienes intermedios se produzca en un lugar del mundo diferente, de modo de aprovechar las ventajas que cada país tenga en ciertas actividades productivas. Esa fragmentación de los procesos productivos tiene que ir acompañada, en un fase determinada, por la integración de los productos correspondientes, de modo de dar origen al bien final que se lanzará al mercado. Se constituyen así lo que se ha pasado a denominar cadenas de valor internacionales. 
La macro empresa altamente integrada, que producía en su propio seno todos los insumos y bienes intermedios que necesitaba para finalmente lanzar al mercado un determinado bien de cierta complejidad tecnológica, es un prototipo empresarial cada vez menos presente tanto en la geografía económica de los países desarrollados como subdesarrollados. La tendencia es hacia la producción deslocalizada, que aproveche más intensamente las ventajas competitivas que pueden estar presentes en una determinada región o país, y que rescate el viejo principio de las ventajas de la especialización y de la producción a gran escala.  
Lo que le concede ventaja a un determinado país - en relación a la producción de un determinado bien intermedio - puede ser su carácter de productor de las materias primas necesarias para su producción, la presencia de mano de obra barata, la cercanía con respecto a los mercados de destino, el aprovechamiento de capacidades técnicas específicas, las concesiones en materia de política tributaria - o de política económica en general - llevadas adelante por los gobiernos respectivos, los acuerdos de liberación comercial, la existencia de infraestructura portuaria, su estabilidad política, etc. 
Según un reciente estudio realizado por la Comisión de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo, UNCTAD, el 60 % del comercio mundial está constituido hoy en día   por bienes y servicios intermedios, es decir, que se producen en un país para efectos de integrarse a procesos productivos que tendrán lugar en otro. Eso da una idea del peso y la importancia que tiene este tipo de comercio.
Es muy difícil, y cada vez menos frecuente, que estos procesos de fragmentación, primero, y de integración, después, se  produzcan por obra y gracia de la magia o la mera coordinación impersonal del mercado. Si estos procesos pueden tener lugar con eficiencia y rentabilidad - y han llegado a dominar gruesa parte del comercio mundial - se debe en alta medida a que se han generado niveles de coordinación o de administración de estas cadenas internacionales de valor, que constituyen la vanguardia de los procesos administrativos o gerenciales a nivel mundial. Las partes constitutivas de estas cadenas internacionales de valor pueden ser filiales de la casa matriz – que coordina el funcionamiento global de la cadena  – o pueden ser empresas independientes que están asociadas con la casa matriz por la vía de contratos específicos de mediano o de largo plazo. Desde un punto de vista ingenieril, las partes componentes de la cadena tienen que someterse a rigurosas norma técnicas, de modo de asegurar la compatibilidad con el resto de las partes y piezas y asegurar la calidad del producto final.  Pero desde un punto de vista económico la rentabilidad del negocio global, y la repartición de las ganancias entre las partes componentes, dependerá de la capacidad negociadora de cada una de estas últimas, del apoyo de su gobierno, del grado de competencia que exista a nivel mundial en esa actividad, del dominio tecnológico que la empresa tenga con relación a su producto, de la existencia de patentes que otorguen propiedad intelectual con respecto a determinados procesos, etc.  El éxito en ese tipo de negociación o de puja no está asegurado, desde luego, para nadie - entre otras cosas, porque depende de situaciones cambiantes de la economía mundial que no están definidas de una vez y para siempre. Pero lo que sí es indudable, es que mantenerse al margen de la economía mundial y de sus tendencias económicas y tecnológicas - y refugiarse en una honrosa independencia - es una forma segura de caminar hacia el aislamiento y el fracaso.
sergio-arancibia.blogspot.com



   

viernes, 23 de mayo de 2014

EL SICAD 2 Y LAS COMPRAS A BORBOTONES

(Articulo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 23 de mayo de 20104.)


En condiciones relativamente normales de funcionamiento de una economía, un empresario que necesita insumos importados para llevar adelante su proceso productivo – o un comerciante que necesite mercancías importadas para abastecer a sus clientes- planifica con la debida antelación sus compras en el exterior. Nadie busca un proveedor internacional el día antes de que se agoten sus existencias. Lo normal es tomar contacto con dos o tres proveedores de calidad, pedirles cotizaciones, establecer con cada uno las posibles condiciones de entrega, tomar decisiones respecto a cual proveedor es el más conveniente, empezar los tramites bancarios correspondientes, ver los problemas de costos y tiempos relacionados con el flete, y cuando la mercancía llegue a puerto en el país de destino, hay que tomar las providencias como para poder desaduanarla cuanto antes y finalmente movilizarla dentro del país desde el puerto hasta los locales de venta o de almacenaje. Todo ese proceso toma por lo menos tres meses.
Si el importador no tiene acceso seguro a los dólares necesarios como para pagar las mercancías que compra, entonces toda esa cadena se corta o se interrumpe. Nadie puede comprar nada en el exterior diciéndole al vendedor “…mira pana, te pago apenas salga favorecido en las subastas del Sicad 2”. Eso es una lotería que queda totalmente fuera del control de importador. Un proveedor internacional, si conoce bien a su cliente en el país comprador puede que esté dispuesto a venderle a crédito, a dos, tres o más meses. Pero una vez cumplidos los plazos establecidos hay que honrar la palabra –y/o los documentos – que se han comprometido. Si no, la confianza, la amistad y los créditos se acaban.
En condiciones normales, en países bien organizados, es posible coordinar las compras nacionales e internacionales de modo que nunca una empresa quede desabastecida de los insumos que necesita - pues eso significaría paralizar el proceso de producción - pero que tampoco tenga un exceso de los mismos en bodega, que eso implicaría costos financieros y de seguridad. Es lo que se llama hoy en día el sistema logístico o de distribución “justo a tiempo”. Esa es la tendencia de los tiempos.
Pero en Venezuela, con el Sicad 2, las cosas son totalmente diferentes. Solo es posible poner en marcha el proceso de compras internacionales una vez que el empresario ha salido beneficiado en la asignación o subasta correspondiente. Allí le dirán cuantos dólares tiene a disposición y a qué precio. Solo entonces sabrá  que volumen de mercancías podrá comprar en el exterior. Desde ese momento, hasta que las mercancías aparezcan  en los circuitos comerciales venezolanos pueden pasar tres meses. Puede pasar más tiempo aun si los barcos que traen las mercancías tienen que esperar semanas en las afueras de los puertos antes de poder atracar a los muelles de descarga, o si el proceso de desaduanamiento se alarga más de la cuenta por ineficiencias o por otras causas de fácil suposición.
Todo esto lleva a que el Sicad 2 sea un proceso que luce como un claro generador de ineficiencia en todo el sistema comercial y productivo nacional. Más allá del problema de si lo asignado es mucho o poco, o si es barato o caro cada dólar que allí se transa, lo más perverso del sistema es que no hay nada transparente, nada seguro, nada a partir de lo cual se puedan planificar o anticipar procesos de comercialización. Hay que vivir al día y actuar en función de cómo se vayan dando las cosas. Sería casi un chiste pensar que con este sistema se pueda generar algo parecido al sistema logístico del justo a tiempo. Más  bien lo que se genera es una política de abastecimiento a borbotones. Cuando se sale  beneficiado en la subasta, hay que comprar todo lo que se pueda, mucho o poco, y colocarse  de nuevo a la cola para la próxima subasta.
Otra consecuencia de este sistema de los borbotones es que, entre un borbotón y otro, hay que aguantar períodos de sequia. Quien tiene mayor capacidad de resistencia no son las pequeñas  y medianas  empresas, sino las grandes, que tienen, además, más capacidad de presión y de relacionamiento. Esto genera, por lo tanto, entre otras cosas, una tendencia clara a  la concentración y centralización del capital industrial, comercial y financiero.  

sergio-arancibia.blogspot.com

viernes, 16 de mayo de 2014

PRIMER PARTE DE GUERRA: NO HAY GUERRA

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 16 de mayo del 2014)


Los conflictos en las cuales se ve involucrado  Estados Unidos en el presente son particularmente curiosos, por decir lo menos. En Ucrania - donde hay división del país, formación de milicias ajenas al gobierno central y varios cientos de muertos – y donde Rusia avanza con implacable decisión, Estados Unidos y la Unión Europea responden con represalias económicas contra los personeros rusos o ucranios que tengan particular responsabilidad en los acontecimientos. Como se diría en criollo, gran cosota. Con esas decisiones, de carácter más bien simbólico y carentes de verdadero carácter disuasorio, no se revierte nada de lo que allí ha sucedido, ni se evita lo que está por suceder. Pero nadie ha dicho que haya una situación de guerra entre Rusia y Estados Unidos, por lo que sucede en Ucrania. Hay conflictos, diferencias y tensiones, pero no guerra.
Con Venezuela la situación es diferente. El Gobierno ha dicho en reiteradas ocasiones que enfrentamos una guerra (económica) cuyo principal protagonista es Estados Unidos.  Además,  las  autoridades de dicho país han recibido una cantidad brutal de insultos, groserías  e improperios  a lo largo de los últimos años, procedentes de Venezuela, y han sido acusados de ser  los culpables de todos los males que se viven en el país.  Por esas y por otras causas más recientes - como la represión a las protestas ciudadanas - Estados Unidos ha decidido quitarles las visas a los dirigentes más destacados del gobierno venezolano y, además,  ha levantado la  amenaza de sanciones económicas contra esos personeros, pero no contra el país.
La negación de las visas significa que se les niega la posibilidad a muchos altos dirigentes gubernamentales, y a sus familias,  de pasearse por las calles de Miami, de tostarse en sus playas, de comprar en sus centros comerciales, o de llevar a los niños a los parques temáticos de Orlando, todo lo cual puede ser poco grato para ellos y para sus familias, pero no lo suficiente como para modificar sus comportamientos en materia de derechos humanos.
La amenaza de sanciones económicas se traduce, en concreto, en la posibilidad de congelar las cuentas bancarias que esos personeros puedan tener en la banca norteamericana. Pero como guerra avisada no mata soldado, el temprano anuncio de que podrían tomarse medidas en ese campo abre la posibilidad de una generalizada corrida de depósitos  hacia Panamá o hacia otras islas del Caribe, donde esos depósitos pueden gozar de mayor tranquilidad, máxime si el país receptor es beneficiario de los generosos subsidios petroleros venezolanos. Para hacer esos cambios de un banco a otro, bastan hoy en día  unos pocos minutos frente al computador. En esa forma, todos quedan contentos. Ninguno de los nuevos ricos venezolanos va a perder ni un solo dólar y Estados Unidos y el gobierno venezolano podrán seguir intercambiando acusaciones e insultos sin hacerse daño alguno.
Paralelamente el comercio de petróleo y de otras mercancías  sigue en buen pie, sin que nadie pretenda ocasionarle daño al otro.  Estados Unidos todavía necesita del petróleo venezolano y Venezuela necesita los dólares constantes y sonantes que ese comercio le proporciona, pues ello es lo que tonifica las escuálidas reservas internacionales del Banco Central de Venezuela, con las cuales medio se mantiene en funcionamiento el país. Esas divisas, se gastan, a su vez, en cerca de un 30 %, en realizar compras en el propio mercado norteamericano, el cual sigue tan abierto como siempre a las demandas de todo lo que Venezuela esté en condiciones de pagar. ¿Alguien ha conocido una guerra económica más peculiar que esta?
Estados Unidos ha demostrado que sabe hacer la guerra – económica o de las otras – cuando se lo propone, aun cuando no siempre ha salido victorioso, ni de las unas ni de las otras. Y cuando está en una o en otra, se nota, lo cual no parece ser el caso hoy en día en relación a  Venezuela.
Así que Venezuela tendrá que buscar otros culpables para los muertos y heridos que quedan en su propio campo de batalla, pues esa guerra (económica) con Estados Unidos ya no se la cree nadie, ni dentro ni fuera del país. 

sergio-arancibia.blogspot.com

viernes, 9 de mayo de 2014

POBREZA E INDIGENCIA EN VENEZUELA

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 9 de mayo de 2014.)


La Comisión Económica para América Latina, CEPAL, es una institución  dependiente de Naciones Unidas, que ha ganado solvencia y prestigio intelectual y académico a lo largo de sus más de 50 años de existencia. Cepal publica periódicamente estadísticas sobre el desarrollo económico y social de los países de la región y se basa para ello, parcialmente, en los datos que le proporcionan los gobiernos respectivos y, también, en las correcciones que los funcionarios consideran pertinente introducir para homogeneizar los conceptos, las  definiciones y las metodologías y hacer de esa forma comparables las cifras de los diferentes países. 
Según las últimas cifras publicadas por Cepal en relación a los niveles de pobreza y de extrema pobreza imperantes en América Latina, correspondientes a los años 2011 y 2012, en Venezuela había en el primero de esos años un porcentaje de 29.5 % de ciudadanos en condición de pobreza, de los cuales el 11.7 % eran ciudadanos extremadamente pobres. Los extremadamente pobres son los que no perciben  ingresos como para adquirir en condiciones normales una canasta de bienes necesarios para su subsistencia. Si no pueden adquirir los bienes necesarios para su subsistencia, pero sin embargo subsisten, eso significa que viven del robo, de la caridad pública, de la búsqueda de alimentos en basuras y desperdicios y/o viven en una situación de hambre o desnutrición crónica. Los pobres son lo que perciben un ingreso igual o menor que dos veces ese nivel de subsistencia.
El nivel de extrema pobreza que Cepal postula que exhibía  Venezuela en el 2011 es mayor que la que existe en países como Argentina (1.9 ), Brasil (6.1), Chile (3.1), Uruguay (1.1), Perú (6.3 ) o Colombia (10.7%) . Los países que están sustantivamente peor que Venezuela son Bolivia ( 22.4 ), Nicaragua(29.5) y Paraguay (28.0).
Para el año 2012 no todos los países tienen cifras que permitan a Cepal hacer una publicación completa en relación a pobreza y extrema pobreza. Entre los pocos países con cifras al respecto figura Venezuela, con una tasa de 9.7 %,  menor que la del año anterior, pero de todos modos alta en relación a los niveles regionales.
El Instituto Nacional de Estadísticas, INE, es el organismo nacional rector en materia de estadísticas económicas y sociales, que publica también cifras sobre pobreza y extrema pobreza. Más aun, es el organismo que alimenta con información a  Cepal, para efectos de que este último organismo haga las publicaciones del caso, previa homogeneización de las cifras de acuerdo a los estándares internacionales.
Según el INE, los niveles de extrema pobreza o de indigencia, para los años 2011y 2012 son de 7.0 % y 6.0  % respectivamente. Es decir, cifras sustantivamente diferentes  que las que publica la Cepal.
¿Cómo se explica esa diferencia? Hay varias hipótesis posibles. Una posibilidad es que Cepal no crea para nada en las cifras del INE y se vea obligado a introducir  correcciones y modificaciones para hacerlas compatibles con la verdad y  comparables con las del resto de los países. Para darle un  nombre elegante a esa alternativa la podemos llamarla  “la hipótesis de las discrepancias metodológicas”.
La otra alternativa – en la cual desde luego nos negamos a creer, pues no tenemos pruebas irrebatibles que lo prueben y no queremos ir presos por decir lo contrario - es que el INE, como organismo gubernamental que es - rojo, rojito - se vea en la obligación de introducir algunos leves niveles de maquillaje para que las cifras que se publiquen nacionalmente no sean tan claramente antagónicas con el discurso exitista de quienes se niegan a reconocer el fracaso económico del actual modelo. Llamamos a esta situación la “hipótesis del avestruz”.
También podría sostenerse que Cepal es parte de la conjura internacional contra Venezuela y hace su aporte terrorista publicando cifras alarmistas. Esta idea  la podemos llamar, para fines meramente didácticos, como “ la hipótesis paranoica”.
Frente a estas alternativas -  y dentro de los grados de libertad que todavía tenemos los periodistas y los estudiosos de la situación económica y social de Venezuela y de América Latina – y conociendo los comportamientos propios de este gobierno, no podemos sino depositar una cuota mayor de confianza en Cepal y en los organismos internacionales, que en las cifras gubernamentales. 
sergio-arancibia.blogspot.com 




jueves, 8 de mayo de 2014

UN SECTOR AGRÍCOLA QUE NO ALIMENTA

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 7 de mayo del 2014.)


El sector agropecuario y agroindustrial de cualquier país puede contribuir a la alimentación de sus compatriotas por dos vías complementarias: o produce los alimentos o los insumos alimenticios que el mercado interno reclama, o produce los agrodólares como para adquirir con ellos, en el exterior, los alimentos que el país no puede producir internamente.
Desde luego no hay ningún país, en el mundo contemporáneo, que se autoabastezca  totalmente de todo los alimentos que consume habitualmente. Eso - aun en el caso de que fuera técnicamente posible - no es económicamente recomendable, pues hace ya varios cientos de años que el mundo descubrió las bondades de la especialización  y de la división del trabajo. Es bueno producir en grandes cantidades - más allá de las propias necesidades – todo aquello para lo cual la naturaleza o nuestra propia capacidad científico técnica nos ha preparado mejor, vender aquello, total o parcialmente, en el mercado internacional, y con esos agrodólares comprar aquello que se no se produce en nuestro territorio o se produce con rendimientos muy modestos.
Lo importante en ese ciclo es que los agrodólares que se obtienen por concepto de las agroexportaciones sean suficientes como para adquirir, por la vía de las agroimportaciones, todos aquellos bienes que necesitamos comprar en el exterior. Si eso sucediera, podríamos decir que ese sector agrícola  genera seguridad alimentaria, pues genera las condiciones como para producir o comprar la cantidad de alimentos que el país necesita. Si el sector agrícola genera dólares más que suficientes como para pagar las agroimportaciones y deja un remanente de dólares como para financiar las necesidades del sector manufacturero o del sector servicios, tanto mejor.
En la América del Sur, casi todos los países que la componen tienen exportaciones agrícolas – considerando en ese concepto tanto las directamente agropecuarias como las agroindustriales- que son superiores a las importaciones de alimentos y productos agroindustriales que el país necesita realizar en forma habitual. En otras palabras, casi todos los países tienen una balanza comercial agrícola positiva. Casi todos los países, pero no todos. Venezuela es la excepción  a esa regla.
Según datos de Aladi, correspondientes a 2012, Argentina, Brasil y Chile son los países que tienen la balanza agrícola más positiva y elevada en toda la región. Sus exportaciones de los primeros 24 capítulos del arancel de aduanas – que es lo que tradicionalmente se considera sector agrícola en su sentido más amplio –, son de 42 mil millones de dólares, 80 mil millones de dólares y 16 mil millones de dólares, respectivamente. Sus importaciones de esos mismos rubros – los primeros 24 capítulos del arancel- suman 2 mil millones de dólares, 12 mil millones de dólares y 6 mil millones de dólares, respectivamente.  Eso deja un saldo positivo para Argentina de aproximadamente 40 mil millones de dólares, para Brasil de 68 mil millones de dólares y para Chile de 10 mil millones de dólares. Aportes netos positivos y bastante elevados de la agricultura al resto de la economía nacional.
Ecuador tiene un saldo positivo cercano a los 5 mil millones de dólares, Uruguay supera en ese campo los 4 mil 500 millones de dólares  y Perú tiene una balanza favorable de aproximadamente 3 mil millones de dólares. Bolivia y Colombia tienen los saldos favorables más pequeños, pero favorables en todo caso: casi mil millones de dólares en el primer caso, y 500 millones de dólares en el segundo.
Venezuela, aun cuando no tiene consignadas en Aladi las cifras del 2012, presenta en el 2011, un déficit superior a los 5.350 millones de dólares. No exporta casi nada en materia de bienes agropecuarios o agroindustriales. Escasamente 50 millones de dólares en el año mencionado, contra importaciones por el orden de los 5.400 millones de dólares. Una diferencia tan brutal con respecto a lo que sucede en el resto de la América del Sur no puede atribuirse a clima o geografía radicalmente diferente. La causa fundamental es una mala política económica agropecuaria y una mala política de comercio exterior. La buena noticia es que, precisamente porque no es la naturaleza la que se opone a nuestros designios, esta situación es superable.

sergio-arancibia.blogspot.com   

sábado, 3 de mayo de 2014

LA ECONoMÍA Y EL IMPERIO DE LA VOLUNTAD

(Articulo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 2 de mayo de 2014.)


De entre los grandes clásicos del marxismo, tengo entendido que es a Rosa Luxemburgo a quien se le atribuye la frase de que la revolución es el último acto de la economía política como ciencia. En otras palabras, lo anterior significa que antes de la revolución es posible estudiar las leyes de desarrollo del capitalismo o las leyes de movimiento de dicho sistema. A eso se dedicaron Marx y Lenin con bastante ahínco, escribiendo obras monumentales al respecto, sobre todo el primero, Carlos Marx, cuya obra fundamental, El Capital, está destinada precisamente a eso, a estudiar el funcionamiento del sistema capitalista, y  no como algunos revolucionarios poco leídos creen, a propiciar el socialismo. 
Pero después de realizada la revolución la política económica ya  no tiene campo ni sentido alguno. De allí para adelante solo impera la voluntad de los gobernantes, o lo que es lo mismo, para ellos, la voluntad de la clase gobernante que ejerce el poder.  Esa  voluntad tiene la capacidad de imponerle a la realidad sus propios criterios, o de actuar sobre la realidad como si esta fuera una arcilla dócil a la cual la mano del pueblo le puede dar las formas que desee, por caprichosas que sean. Es indudablemente una visión hermosa, romántica y voluntarista. Desgraciadamente, no parece ser una visión correcta. Armados de esa visión muchos pueblos cometieron errores costosísimos, o fracasos estruendosos, que hasta el día de hoy son ejemplos de lo que  no debe hacerse en la economía ni en la política.
Y cuando se piensa que con la economía se puede hacer lo que se quiera- sin costos ni consecuencias - nada mejor que usarla en forma total e irrestricta al servicio de la política. En el período propiamente  chavista del chavismo, es indudable que se gastaron alegremente los petrodólares que en ese período entraron a raudales en las arcas fiscales. No se crearon obras de infraestructura ni se aumentó la capacidad productiva interna, sino que se fomentó el consumo y las importaciones, protagonizando una fiesta que parecía no tener fin.  El único objetivo era político: afianzar en el gobierno a un partido y a un puñado de líderes que se reparten el poder, cualquiera que sea el costo presente o futuro que ello tenga. La economía se  doblegaba, en la cabeza voluntarista de nuestros gobernantes, a sus antojos y apetencias.
Pero de repente he aquí que el Presidente Maduro tiene que descubrir - aun cuando no quiera ni le guste - que la economía tiene sus límites y que incluso le pasa la cuenta a quienes han hecho uso y abuso de ella. Descubrir, por ejemplo, verdades tan simples como decir que, cuando la impresión de nuevo dinero se incrementa mas allá de ciertos límites, sin respaldo alguno, tarde o temprano la demanda de bienes y servicios dentro del territorio nacional crece más que la oferta de los mismos. Y cuando la demanda es mayor que la oferta o se genera inflación o hay que recurrir a llenar la diferencia por medio de las importaciones. Y que para realizar importaciones hay que tener dólares, pues no siempre se puede recurrir al endeudamiento externo. Y que cuando se ha recurrido al endeudamiento externo, en grandes cantidades, en algún momento hay que pagar lo que se recibió prestado, lo cual vuelve a generar escasez de dólares, sobre todo si el préstamo se usó para incrementar el consumo y no para incrementar la capacidad productiva, ni mucho menos la capacidad exportadora. Y que cuando todo el ingreso se dedica al consumo alegre y gozoso, y nada a la inversión, la capacidad de generar nuevos ingresos no aumenta, a  menos que una guerra lejana haga aumentar los precios internacionales del barril de petróleo. Y cuando aumenta la inflación, el desabastecimiento y la devaluación de la moneda nacional, entonces la gente reclama – si es que todavía tiene espacios por donde canalizar sus reclamos – y las calles se llenan de gente y de gritos. Y entonces los gobernantes se dan cuenta que la economía ha vuelto por sus fueros, y que un serie de verdades sencillas vuelven a estar presentes en el debate nacional. Y que ya no se puede, como hasta hace poco, seguir haciendo lo que a uno se le ocurra.       
sergio-arancibia.blogspot.com