(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 24 de mayo 2013.)
Según un reciente estudio realizado y publicado por la Asociación Latinoamericana de Integración, ALADI, Venezuela exporta cada vez menos a los países de la región y les compra cada vez más.
En la ALADI están presentes como países miembros prácticamente todos los países de la América del Sur, menos Guayana y Surinam, y también México, en la América del Norte. Además Cuba es miembro de ALADI desde hace unos pocos años atrás. El estudio analiza las compras y las ventas realizadas entre si, y con otros países miembros, por Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, México, Uruguay y Paraguay, para efectos de pasar revista al comercio intrarregional.
Según esos datos - que curiosamente no siempre coinciden con los datos publicados en Venezuela por el INE - en el año 2011 Venezuela compró mercancías en los países de la región por un monto total de 13.667 millones de dólares. Fue un comprador intrarregional importante. El cuarto en importancia, después de Brasil, Argentina y Chile. En el año siguiente, en el 2012, el rol del país como comprador desde los países mencionados se vio incrementado, pues compró en ellos mercancías por un monto de 15.039 millones de dólares.
Desde Argentina las compras pasaron de 1.870 millones de dólares a 2.264 millones de dólares. Desde Brasil el aumento fue desde 4.592 millones de dólares, a 5.056 millones de dólares. Desde Colombia las compras de nuestro país pasaron de 1.750 millones de dólares a 2.691 millones de dólares. A México, aun cuando la amistad y el cariño no sean muy grandes, se le compró por un monto de 1.661 millones de dólares en el año 2011 y por 2.118 millones de dólares al año siguiente. Por esta vía Venezuela se convierte en un amigo sumamente simpático en toda la región.
EL GRAN AMIGO
Es el amigo al cual todos quieren invitar a sus fiestas. Nadie quiere dejar de estar presente cuando el Presidente de la Republica sale de gira por la región a hacer mercado, tal como se vio recientemente en la gira presidencial por algunos países del Mercosur. Si a cambio de ello hay que calarse discursos aburridos, o viejas declaraciones de amor, o un cierto tufo a tramposería en la elección del susodicho, de todos modos el negocio vale la pena.
Si como comprador Venezuela lo hace tan bien, desgraciadamente como vendedor lo hace bastante mal. Según la misma fuente, en el año 2011 Venezuela vendió a los países de la región analizados en el estudio mercancías por un monto de 4.872 millones de dólares. Esa cantidad bajó en el año 2012 a 3.871 millones de dólares. La distancia entre importaciones y exportaciones no solo es sideral- con manifiesto saldo en contra de Venezuela - sino que esa distancia se amplía de año en año.
Las ventas venezolanas a Argentina, en el año 2011, fueron de 24 millones dólares. Casi nada. Al año siguiente aumentaron a 25 millones dólares. Casi nada más un millón de dólares. A Brasil, siempre tan generoso a la hora de vendernos alimentos, se le vendió en el año 2011 un monto total de 1.266 millones de dólares. En el 2012 esa cantidad bajó a 997 millones de dólares. A Colombia se le vendió un poco más de un año a otro: de ventas por 563 millones de dólares se pasó a 609 millones de dólares. Algo que sea. A México las ventas pasaron de 372 millones de dólares a 189 millones de dólares.
¿INTEGRACIÓN?
Esa interesante forma de integración regional que ha descubierto Venezuela - comprar mucho y vender poco – no se puede revertir por la vía de los discursos floridos ni por la vía de la diplomacia vacía e improvisada. La única forma de modificarla es produciendo más, con buena calidad y con buen precio. En otras palabras, ganar y exhibir competitividad. Los países de la región o de fuera de ella, no suelen comprar por amistad ni por hacerle un favor a nadie. Compran en la medida que el producto sea bueno y el precio sea ventajoso. Si Venezuela quisiera cambiar sus políticas de comercio exterior, de modo de defender más y mejor los intereses de los venezolanos, debería cambiar paralelamente su política económica interna, que encarece y destruye la producción y la productividad del tejido empresarial venezolano público y privado.
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