viernes, 9 de noviembre de 2012

EXPORTAR CELULARES


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 9 de Noviembre de 2012.)


Hace pocos días atrás el Presidente de la República, Hugo Chávez, manifestó su deseo de que en un futuro cercano Venezuela pudiera estar exportando celulares y computadoras al resto de los países de América del Sur. Se trata, indudablemente, de una aspiración encomiable. Este planteamiento permite reflexionar sobre las características y las tendencias del comercio intrarregional, que por lo demás es un tema interesantísimo para todos los ciudadanos del país, sobre todo en estos momentos en que el comercio con el Mercosur comienza a aparecer en el horizonte no ya como una mera discusión teórica, sino como una realidad muy concreta que nos viene encima.
América del Sur y el Caribe es la macro región del planeta que tiene menor grado de integración comercial interna, si se exceptúa África. La América del Norte, conformada por México, Estados Unidos y Canadá, exhibe una situación en la cual el 49 % aproximadamente de sus exportaciones totales son exportaciones intrarregionales, es decir, de compras y ventas entre esos tres países que integran esa región. El caso de Europa es más claro aun: allí más del 70 % de las exportaciones totales de los países que se sitúan en esa macro región del planeta se canalizan hacia otro  país de la misma región. Y en toda la inmensa Asia – con países como Japón, China, India, Indonesia, Filipinas, Corea del Sur, etc., el comercio intrarregional alcanza también cifras superiores al 52 %.
La América del Sur y el Caribe, en cambio, sólo tiene un comercio intrarregional que alcanza hoy en día al 26 % de sus exportaciones. El grueso de nuestras exportaciones se canaliza hacia países de fuera de la región y, desde luego, el grueso de las importaciones provienen también de países extra regionales. ¿Por qué esta situación? ¿No nos han quedado claras las ventajas del comercio intrarregional, después de décadas de discursos integracionistas?
CALIDAD
Los países de la región compran indudablemente celulares y computadoras en el mercado internacional. ¿A quién se los compran? Muy simple: se los compran a aquellos países que exhiban las mejores condiciones de calidad y de precios. Es muy difícil convencer a los importadores y los consumidores de un país cualquiera de la región que compren celulares o computadoras de mala calidad o de precio poco competitivo, por el mero hecho de que esas mercancías  provienen de un país amigo, chévere y simpático localizado en nuestro mismo continente. Lo más que podrían hacer los gobiernos de los países eventualmente compradores es eliminar los aranceles a los productos provenientes de los países de la región, de modo de que alcancen por esa vía una cierta ventaja competitiva. Pero si aun así el producto no compite en precios ni en calidad, se quedara desgraciadamente fuera del mercado, y se le comprarán esos bienes a cualquiera de los países que han ganado una posición ventajosa y favorable en el mercado  internacional correspondiente.  
Pretender que un país amigo cierre su mercado a los productos de buena calidad provenientes de otros continentes, para comprar los productos de menor calidad o de mayor precio provenientes de la región, es seguir soñando con la industrialización  sustitutiva de importaciones, que ya tuvo sus 15 minutos de gloria en la América del Sur hace unos cuantos años atrás.
Pretender que la buena voluntad y el amiguismo pueden presidir el comercio internacional – tal como de alguna manera se espera que suceda en el seno del ALBA- es no entender nada de cómo funciona la economía y el comercio internacional contemporáneo. Algunas operaciones de esa naturaleza se pueden hacer eventualmente por razones políticas, pero no pueden ser la base de la inserción internacional de ningún país.
PRECIOS
Por lo tanto la clave del éxito no radica en el discurso integracionista ni  en la buena voluntad de los países amigos, sino en la calidad y en los precios de los productos con que seamos capaces de incursionar en el mercado internacional.  Ojala podamos prontamente estar exportando celulares a toda la América y al mundo, pero para ello se necesitan políticas de promoción de exportaciones que incentiven la innovación, la productividad y la competitividad, sin lo cual todo lo demás – sobre todo los discursos integracionistas – quedarán, una vez más,  en el mero campo de las buenas intenciones. 

viernes, 2 de noviembre de 2012

¿COMO INTEGRARNOS AL COMERCIO INTERNACIONAL?


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en ELMUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 2 DE Noviembre del 2012.)



Las formas posibles de integrarnos en forma exitosa en  los circuitos del comercio internacional contemporáneo no son muchas.  En cualquier caso, para ello  hay que tener competitividad.  Pero esa competitividad puede provenir de diferentes fuentes.
 Una posibilidad es que esa mayor competitividad emane de ciertas condiciones ventajosas que la naturaleza le ha otorgado a un determinado país. Para bien o para mal, la naturaleza no ha distribuido sus dones en forma homogénea entre todos los países o entre todos los pueblos. Hay países en cuyo subsuelo se alberga una cantidad importante de recursos minero extractivos, y otros que no tienen nada de eso. Hay países cuya superficie es particularmente apta para cultivar determinados bienes agrícolas, mientras otros no pueden cultivar nada, o lo tienen que hacer con muchas más dificultades.  Los países que han salido más beneficiados en esa repartición pueden obtener en el mercado internacional ventajas que no son accesibles para los menos favorecidos. Ese es obviamente el caso del petróleo venezolano. Es un regalo de la naturaleza que genera a Venezuela la posibilidad de participar en forma exitosa en el  mercado internacional.
Otra posibilidad es que la competitividad emane del control y la aplicación de tecnologías que permiten a un país producir más o mejores mercancías que otros. Se trata de ventajas adquiridas, que sólo se logran mantener en la medida en que se conserva ese diferencial tecnológico. El grueso de las manufacturas que se intercambian habitualmente en el mercado internacional contemporáneo tiene esas características. Nadie vende bienes manufacturados  a menos que llegue a dominar y a utilizar tecnologías que le conceden una ventaja en los mercados correspondientes.  El ron, que es el producto estrella en las exportaciones agropecuarias de Venezuela, puede encasillarse en esta categoría. Se vende ron en los mercados internacionales por cuanto hay técnicas de producción y de marketing que colocan el ron venezolano en mejor posición competitiva que otros rones del área del Caribe.
Una tercera posibilidad es que la ventaja competitiva diga relación con la utilización de mano de obra barata, lo cual baja los costos de las mercancías producidas, sobre todo cuando ellas requieren de altas dosis de mano de obra para su fabricación. Esta es una circunstancia que sólo se puede utilizar cuando se trata de la generación de mercancías de poca densidad tecnológica.  En procesos que requieren de mayor complejidad tecnológica la mano de obra utilizada tiene necesariamente que poseer un nivel de conocimientos, disciplinas  y aprendizajes que encarecen su costo para los empresarios y/o para la sociedad en su conjunto.  La noción de que China basa su desarrollo exportador en la baratura de su mano de obra creo que es hoy en día equivocada o atrasada. La creciente exportación de bienes chinos de alta complejidad tecnológica sólo es posible por la tecnologización de sus procesos productivos y por la capacitación de su personal. Quizás en países como los centroamericanos, o en el norte de México, en los procesos de maquila - donde sólo se le agrega a las mercancías importadas procesos finales de poca complejidad -  es posible decir que es la mano de obra barata la que permite la presencia de esas mercancías finales, originarias de esos países, en los mercados internacionales. Venezuela, no se encuentra en esa categoría de países, pues su personal técnico y obrero obtiene salarios iguales o mayores que la media regional, lo cual no concede al costo de la mano de obra el carácter de una categoría competitiva.
A partir de estas consideraciones cabe preguntarse: ¿Cómo aspira Venezuela a insertarse en los circuitos del comercio internacional en los próximos 25 o 50 años? ¿Qué pretende hacer para ser exitoso en el comercio internacional? Si la respuesta es seguir vendiendo petróleo, incluso en mayores cantidades, no cabe duda de que se opta por una vía cómoda y conocida, respecto a la cual nadie puede decir que no sea exitosa. Se capta por esa vía una inmensa cantidad de riquezas de la economía internacional, que bien podrían hacer la felicidad de todos los venezolanos, si se utilizara sabiamente. Tiene esta vía una serie de inconvenientes políticos, sociológicos y culturales, pero ese es otro problema diferente.
Si la respuesta fuera contar con mano de obra barata, creo que se  estaría optando por una vía francamente inviable. No hay condiciones políticas y sociales como para imponer un gran bajón en las condiciones salariales y sociales de la mano de obra nacional.
La tercera vía, producir y exportar bienes con alta densidad tecnológica, es una vía más complicada que vender petróleo - pero no necesariamente alternativa a esta, incluso completamente complementaria - y requiere de un esfuerzo especial en áreas tales como la educación universitaria,  la actividad científico técnica y la innovación a nivel empresarial.  Los gobiernos, no sólo este, no han prestado mucha atención a estas grandes opciones de futuro. Se trata de las discusiones que están pendientes para el conjunto de la sociedad venezolana.

TURISMO EN VENEZUELA Y AMERICA LATINA


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 2 de Noviembre de 2012.)


Según datos de la Organización Mundial de Turismo, México es el único país de la América Latina que se ubica entre los 10 primeros países receptores de turistas a nivel mundial, de acuerdo a datos del año 2010. El listado está indudablemente encabezado por Francia, que recibe 76 millones de turistas al año. En el 2010  México habría recibido una cantidad total de 22.4 millones de turistas, que dejaron en el país ingresos calculados en cerca de 12 mil millones de dólares.
Ubicados exclusivamente en el contexto de la América Latina, México es el país líder en materia de turismo, seguido de Argentina, que recibió en el año mencionado un total 5.3 millones de turistas. Le sigue de cerca Brasil, con 5.1 millones de turistas. En cuarto lugar se ubica Republica Dominica, que aun siendo un país demográfica y geográficamente pequeño, recibe 4.1 millones de turistas al año.
Venezuela se encuentra en este ranking latinoamericano en el anteúltimo, lugar, pues recibió 615 mil turistas en el año 2010, según los datos del organismo mencionado. Solo Paraguay tiene en la región una recepción  menor de turistas, pues sólo recibe 465 mil. Incluso los países centroamericanos, que son más pequeños y más pobres, reciben más turistas anualmente, tal como sucede con Honduras con 895 mil turistas, El Salvador con 1 millón 150 mil, o Nicaragua, con 1 millón 712 mil.
ESTADÏA GRATA
¿A que se debe esta recepción tan modesta de turistas por parte de un país con tanta belleza natural como Venezuela? La primera línea de respuesta es que las bellezas naturales son una condición quizás necesaria pero nunca suficiente para atraer de por si  a una gran cantidad de turistas. Playas hermosas, con aguas cálidas y transparentes las hay por doquier en toda la geografía del Caribe. El turista europeo, norteamericano o asiático irá a aquel país que tenga playas hermosas, pero que, además, le asegure que desde que entra al país, en el aeropuerto de llegada, hasta que se va, su estadía estará será grata y segura.
Los turistas - excepto aquellos que buscan aventuras y experiencias peligrosas y excitantes - no gustan de ir a un país donde la delincuencia mata todos los años a varios miles de ciudadanos nacionales y extranjeros. Entre un país con  hermosas playas caribeñas, y con seguridad ciudadana, y otro sin seguridad alguna, el grueso de los turistas preferirán el primero. Por eso es que el turista que quiere sol  y playa va a Republica Dominicana, o a Cancún en México, o a Aruba, o incluso a Cuba, pero sólo en muy pequeña medida se arriesga a venir a Venezuela.

Otro aspecto importante a  la hora de decidir qué país visitar es el problema de la tasa de cambio. Si el turista se entera de que hay varias opciones en ese campo, algunas legales y otras no tanto, unas a un precio y otras a precios radicalmente diferentes, unas a la cual todas las compras le saldrán carísimas y otras en la cual los recuerdos turísticos le saldrán a un precio bastante seductor, unas sin riesgo alguno, y otras con riesgo de ir a la cárcel y pasar un mal rato, entonces seguramente preferirán un país con tasa de cambio libre, donde comprar o vender divisas o moneda nacional sea tan normal como comprar pan.  
IMFRAESTRUCTURA.
Otras variables que son importantes a la hora de decidir qué país visitar son el estado de las carreras, el respeto de los horarios por parte de los aviones y de las líneas de buses, la infraestructura hotelera y todos los servicios conexos al turismo, como excursiones, restaurantes, taxis, etc. No es malo que se hagan ferias costosísimas para promover el turismo en Venezuela, pero si un peñero se extravía en su recorrido por las islas cercanas  a Margarita, con varios turistas extranjeros a bordo, y no tiene GPS, ni brújula, ni radio, ni luces de bengala, entonces todo el posible impacto positivo de la feria internacional se ve violentamente contrarrestado. Igual si se asalta o se mata a un turista extranjero en cualquier lugar del país. O incluso si esas cosas no suceden  muy seguido, pero se difunde internacionalmente que esas cosas pueden suceder, el impacto sobre el flujo de turistas es igualmente negativo. Porque la mala imagen-país  tiene un costo elevado en términos de alejar a los turistas y a los millones de dólares que ellos suelen dejar en los países que visitan.

viernes, 26 de octubre de 2012

LA POBREZA ESPAÑOLA


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 26 de octubre de 2012.)


Datos recientes - altamente publicitados por la prensa internacional - dan cuenta de que en España un  21.1 % de la población se encuentra por debajo de la línea de pobreza. Estas cifras deben haber alegrado a más de uno en América Latina, pues parecen demostrar que los hispanoamericanos de uno y del otro lado del Atlántico no se diferencian mucho en cuanto a este importante indicador socioeconómico. Más aun, se podría decir que si las cifras fueran comparables, hay varios países de la América del Sur que tienen índices de pobreza menores que el 21.1 % español.
Pero desgraciada o afortunadamente las cifras no son comparables. Los españoles miden la pobreza de una forma diferente a como la medimos en la América del Sur. Para ellos, una persona es pobre cuando recibe un ingreso igual o menor  al 60% de la mediana de los ingresos que se presentan en el país para un determinado tipo de grupo familiar. Veamos: para un adulto que vive solo, el umbral de pobreza se establece en 7.945 euros. Por arriba de ese nivel no es pobre. Por abajo, si lo es. En nuestro continente esa cantidad de euros equivaldría más o menos a 850 dólares mensuales, cantidad con la cual una persona sola podría vivir en forma bastante decorosa, dependiendo desde luego del tipo de cambio al cual se haga la conversión a moneda nacional. Si el grupo familiar lo componen dos adultos el umbral de pobreza se ubica en 11.917 euros. Para dos adultos y un menor el umbral de pobreza sube a 14.301 euros y para dos adultos y dos menores alcanza la suma de 16.684 euros. Una pareja con dos hijos menores, por lo tanto, tiene que ganar menos de 1400 euros al mes, aproximadamente mil 800 dólares al mes, para ser considerada pobre.

MEDICIONES DISTINTAS
En la América del Sur con esa cantidad de dólares al mes  cualquier familia de cuatro miembros, e incluso de más, se ubica cómodamente en el nivel de clase media o clase media alta.
Esta forma de medir la pobreza tiene la virtud de no depender mucho de las decisiones que tome el Gobierno o el organismo rector en materia de estadísticas sociales y económicas. Decidido ese porcentaje de 60% - el cual no se está modificando todos los días -  todo lo demás se va determinando por la vía de los estudios y encuestas de campo y no por las  decisiones de tal o cual funcionario gubernamental.
En Venezuela en cambio – y a decir verdad en casi todos los países de la América del Sur -  el umbral de la pobreza se define en función de una canasta de bienes y servicios, cuyo valor es determinado mes a mes por los funcionarios del Instituto Nacional de Estadísticas.  La canasta alimentaria normativa – que es la cantidad de energía y de nutrientes que se supone permite alimentarse a una familia de 5.2 personas con un promedio de 2.200 calorías diarias per cápita-  tiene un valor de 1.835 bolívares. Con esa cantidad, o con menos,  una familia se encuentra en condiciones de extrema pobreza.  La pobreza, a su vez, se mide por un umbral que equivale - en agosto del presente año -  a dos veces el valor de la canasta mencionada, es decir, a  3.670 bolívares. Con un ingreso superior a  los 3.670 bolívares  se supone que una familia de 5.2 personas no se clasifica como pobres. Con ingresos menores a esa cantidad, una familia de 5.2 miembros se clasifica como pobre.
EL INE
Es obvio que si los ingresos que marcan el límite  entre pobreza y no pobreza se estableciera en un nivel más elevado - por ejemplo en 4.000 bolívares - aumentaría la cantidad de personas que se encuentran dentro de la categoría de pobres. Si la frontera se estableciera en 3.000 bolívares, la cantidad de población en condiciones de pobreza seria mucho menor. En síntesis, la medición que haga de mes en mes, el INE, del valor de la canasta normativa, es la que determina la cantidad de pobres que existe en el país. Y como el INE es sumamente sensible ante las necesidades publicitarias del Gobierno, hay razones como para que una sombra de duda rodee las cifras que presenta este organismo en materia de pobreza.   


viernes, 19 de octubre de 2012

LAS EXPORTACIONES AGRICOLAS DE VENEZUELA, DE ARGENTINA Y DE BRASIL


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 19 de Octubre de 2012)


Aproximadamente el 9 % de todas las exportaciones que tienen lugar anualmente sobre el planeta Tierra están constituidas por exportaciones agropecuarias, siendo Europa la principal región exportadora. América del Sur y el Caribe, aun cuando su volumen de exportaciones totales es relativamente más modesto que el de otras macro regiones, exporta una mayor proporción de productos agropecuarios: aproximadamente un 28 % de todas sus exportaciones está constituido por este tipo de productos.  Es decir, nuestra región es la  región del planeta que tiene en más alta medida el carácter de agroexportadora.
Si  América del Sur y el Caribe es una excepción entre las macro regiones del  planeta por su alto porcentaje de exportaciones agropecuarias, Brasil y Argentina son países excepcionales en nuestra América por la misma razón.
En el caso de Brasil, sus exportaciones totales en el año 2011 sumaron aproximadamente 251 mil millones de dólares. De esa cantidad, 79 mil 600 millones de dólares estaban constituidos por exportaciones agropecuarias. Eso equivale al 31.7 % del total de las exportaciones brasileñas. En ese total, el producto estrella es la soya, que bajo sus diferentes modalidades de exportación, suma más de 16 mil millones de dólares. Le sigue el azúcar, con 14 mil millones de dólares, y las carnes, con 10 mil millones de dólares. En cuarto lugar, dentro de las exportaciones agropecuarias, se encuentra el café, con exportaciones cercanas a los 8 mil millones de dólares.
Las importaciones agropecuarias realizadas por Brasil suman 12 mil millones de dólares, cantidad  menor que las exportaciones. Es decir, Brasil tiene una balanza comercial agropecuaria clara y cómodamente positiva.   

LA CENICIENTA VENEZUELA
En el caso de Argentina la situación es más marcadamente agroexportadora todavía. De un total de 82 mil millones de dólares en exportaciones totales, un 54 % está constituido por exportaciones agropecuarias, entre a las cuales destaca la soya, bajo cualquiera de su modalidades – harina, habas, tortas o aceites – con más de 20 mil millones de dólares en total. Los cereales - maíz y trigo - antiguamente la principal carta de presentación de Argentina en los mercados internacionales, sumaron en conjunto, en el 2011, exportaciones por un total aproximado de 6.900 millones de dólares.   Las carnes, otro producto antaño emblemático de Argentina, suman menos de mil millones de dólares anuales. Las importaciones agropecuarias de Argentina, a su vez, no llegaron en el año 2011 a los 2 mil millones de dólares, lo cual refleja que este país tiene una balanza comercial agropecuaria sumamente favorable, y que tiene muy poco que comprar fuera de sus fronteras para efectos de alimentarse.
Venezuela se encuentra en el otro polo de esta situación agroexportadora de Brasil y Argentina. El total de sus exportaciones del año 2011 sumaron 92mil 600 millones de dólares, de los cuales escasamente 39.5 millones de dólares  estaba constituido por productos agropecuarios. Es decir, menos del 0.5 %. El 95 %  % de las exportaciones sigue constituido por petróleo. Estamos en materia agropecuaria no sólo sustantivamente por debajo de los porcentaje de Brasil y de Argentina, sino también por debajo del 28 % de exportaciones agropecuarias de América del Sur y el Caribe, y claramente por abajo del promedio mundial de 9 %.  
DESAPARECEN
Hace algunos pocos años atrás, en el 2006, el total de las exportaciones agropecuarias del país sumaban 236,4 millones de dólares, lo cual tampoco es mucho en relación  al total de exportaciones totales del país, pero era en todo caso un porcentaje y un volumen mayor al actual. En los últimos cinco años nuestras exportaciones agropecuarias no han hecho sino descender, hasta casi desaparecer. En estas circunstancias ¿Que pretendemos venderle a Brasil y a Argentina, en el contexto del Mercosur?
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EL FMI Y EL DESEMPLEO JUVENIL


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS, el día 19 de octubre del 2012)


El Fondo Monetario Internacional, en la reunión anual  recientemente celebrada en  Tokio, acaba de llamar la atención internacional sobre el problema del desempleo juvenil. En realidad ese es un problema grave, pero no es un problema nuevo.
En los países en desarrollo tanto la juventud como los sectores adultos ha sufrido desde hace décadas el problema masivo del desempleo o del subempleo. El subempleo en el sector rural - donde los jóvenes no tenían otro horizonte u otro futuro que compartir el trabajo que ya realizaban sus padres - se ha reemplazado por la marginalidad, el subempleo y la informalidad urbana. En la propia Venezuela, más del 40 % de la población se desempeña en el sector informal.
Lo nuevo de toda esta situación es que el desempleo juvenil golpea hoy en día a los países desarrollados. Si así no fuera quizás el FMI no se habría ni enterado del problema. El caso de España es patético en esta materia. Allí, 50% de la juventud en edad y condiciones de trabajar, se encuentra desempleada. El mileurismo, el nimileurismo, la migración hacia el resto de Europa o hacia América Latina de profesionales jóvenes, la miseria pura y simple, el volver a la casa de los padres, la rebeldía juvenil y no juvenil, el desencanto con la política y con los políticos, son manifestaciones de ese fenómeno. Una economista francesa decía años atrás, analizando este fenómeno del desempleo y la marginalidad en los países desarrollados, que se había puesto en evidencia que había algo pero que ser explotado, y era el hecho de que nadie quisiera explotarte.
Sin embargo la causa de este desempleo no es necesariamente la baja de la producción, sino más bien la forma peculiar que asume el incremento de la producción en el mundo contemporáneo. En realidad la crisis del capitalismo desarrollado, de la cual tanto se habla, implicó que la producción a nivel mundial cayera en el año 2009, pero ese fue el único año en el transcurso de los últimos tiempos en el cual se presentó ese fenómeno.
A lo largo del siglo XXI la producción mundial ha aumentado y lo ha hecho, en promedio, a tasas superiores  a lo que aumenta la población. Si se mide el Producto Interno Bruto del conjunto de la economía mundial, este indicador ha aumentado en un 5.1 % en el año 2010, en 3.8% en el año 2011, y se espera que crezca en 3.3 % en el presente año. Para el próximo año, el pronóstico es un crecimiento de 3.6 %.  Para los países desarrollados, que son los que llaman la atención actual del FMI, las tasas de crecimiento son 3.0 %, 1.6 %, 1.3 % y 1.5 %, para los años 2010. 2011, 2012 y 2013 respectivamente. Esas tasas de crecimiento, aun cuando parezcan modestas, son superiores a las tasas de crecimiento de la población, la cual crece a un ritmo anual de 1.1 % a nivel mundial, y a una tasa de 0.4 % en los países desarrollados.
Si la productividad de cada hombre o mujer empleado se mantuviera incólume,  entonces la mayor producción tendría que traducirse necesariamente en mayor utilización de mano de obra. Si la producción aumenta, pero la mano de obra empleada no lo hace, es fundamentalmente porque la innovación tecnológica de los últimos años ha implicado que cada persona empleada genera una masa de bienes y servicios mayor que en años anteriores. Hay mayor productividad de la mano de obra empleada. Se necesita menos gente para producir lo mismo o incluso para producir más. Y por ello la ocupación no aumenta.
Frente a esta situación la respuesta más fácil y simplista es apelar a un incremento de la inversión y la producción, para que por esa vía se termine incorporando al trabajo a una mayor cantidad de ciudadanos. Es decir, aumentar los términos cuantitativos del problema. La sociedad debería, según esa concepción, seguir en la loca y creciente espiral de mayor producción, inversión, y consumo. Esa es la situación estructural que ha generado el problema y ella misma debería solucionarlo. Es bien discutible, en todo caso, si el mercado, de acuerdo a su propia dinámica, podría generar una solución de este tipo. El FMI, en todo caso, como siempre, es poco asertivo en sus soluciones, aun cuando apunte a problemas reales.

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viernes, 12 de octubre de 2012

UN POCO DE EFICIENCIA


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 11 de Octubre de 2012.)


El concepto de eficiencia comienza a estar cada vez más presente en el discurso presidencial. Incluso estuvo presente la noche del triunfo, en el discurso de celebración. No se trata, desde luego, de una palabra que se pueda usar para caracterizar la realidad macroeconómica o la actividad  gubernamental venezolana. Esa palabra sólo se puede emplear en Venezuela para describir una ausencia, un déficit o un vacío, o para expresar una meta. Pero la palabra no es nueva. Está presente en la economía desde hace siglos.  Dice relación con la obtención de determinados fines con la menor cantidad posible de medios, o  lo que es más o menos lo mismo, con el hecho de  conseguir el máximo de ciertos objetivos con los recursos disponibles.  No producir poco, pudiendo producir mucho, ni producir con grandes costos, pudiendo producir a costos menores. De eso se trata la eficiencia. Hay incluso quienes postulan que la búsqueda de la eficiencia es la quintaesencia de la economía.
No es lícito hoy en día tratar de antagonizar la eficiencia económica con la eficiencia social, que es otro argumento que se utiliza para justificar la ineficiencia.  Si una carretera dura cinco años en ser construida, pudiendo ser construida en dos, y a la mitad de precio, hay allí una cuota de ineficiencia técnica, económica y social que no tiene excusa posible. O si las casas de la Misión Vivienda tienen un costo de más de cien mil dólares cada una, pudiendo el sector privado construirlas más baratas, eso es ineficiencia económica y social se le mire por donde se le mire. El que es ineficiente económica y técnicamente no puede ser eficiente socialmente, pues esta malgastando recursos que podrían ser socialmente útiles.
Reconocer que en la economía nacional y/o en el accionar gubernamental hay una cuota más o menos alta de ineficiencia - plantear el tema y tratar de visualizar soluciones - es un paso importantísimo en la política, en la economía y en la cultura nacional, dado que siempre el exitismo y la demagogia han tendido a plantear que todo se está haciendo en forma excelente, y que no hay por lo tanto, nada que criticar ni que modificar. ¿Cómo aumentar la eficiencia? Lo primero y fundamental es tener metas u objetivos claros, medibles y cuantificables. Saber lo que se quiere. Aun cuando parezca obvio, si no se sabe lo que se quiere, es bastante difícil determinar posteriormente si se han conseguido o no las metas. A modo de ejemplo:  ¿Hay metas en materia de exportaciones no tradicionales? ¿Hay metas en materia de producción agropecuaria? ¿Hay metas en materia de producción petrolera? ¿Hay metas en materia de reducción de la mortalidad infantil? ¿Hay metas en materia de construcción de nuevas escuelas? Parece que desgraciadamente se actúa con el mero criterio de hacer lo que se pueda, o ir viendo según como se vaya dando.
NO A LOS PEORES
El paso siguiente es encargar de esos problemas y de esas  metas a gente que conozca y entienda de esa materia. Preferiblemente a los mejores. No es posible seguir seleccionando a los peores, ni seguir pensando que con el paso del tiempo, aun el que nada sabe terminará por entender. Para eso están los institutos y universidades, o por último los procesos de capacitación al interior de la propia empresa.  La mera lealtad política, o mucho peor, la incondicionalidad personal, no pueden seguir siendo el criterio de selección de los cuadros dirigentes de la administración pública. Hay que correr el riesgo de que los elementos eficientes, preparados y honestos asuman roles dirigentes. El riesgo está en que quieran opinar y criticar lo que están haciendo los incondicionales pero poco eficientes.
La eficiencia en el campo de la economía y de la administración está altamente relacionada con el proceso de toma de decisiones y con la honestidad y/o falta de corrupción que impere en su seno. Es obvio que si el poder se emplea para incrementar ilícitamente los ingresos privados de unos pocos funcionarios con capacidad de decisión, los productos o servicios resultarán más caros para sus usuarios finales, lo cual es otra cara de la ineficiencia global del sistema.  Pero aun cuando hubiera honestidad generalizada, si un funcionario de nivel medio tiene que consultar todo con su jefe directo, el cual a su vez consulta con el jefe de más arriba, entonces las decisiones se  atrasan, los ´procesos avanzan y la ineficiencia cunde. Se trata también de una ineficiencia sistémica.
EL PODER
Por ello es que la eficiencia está íntimamente ligada con la delegación de poder y con la descentralización, que son tan difíciles de aceptar por quienes creen que el ejercicio del poder es decidir centralmente sobre todo. Ojala que la nueva preocupación presidencial se tradujera en un poquito más de eficiencia en el conjunto de la economía nacional.           
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