(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital
de EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 25 de enero de 2018)
Hay que ser claros: todo sistema de pensiones o de
jubilaciones es siempre un sistema de reparto. Si la sociedad le paga
mensualmente a un individuo - o a un millón de individuos- una determinada cantidad de ingresos, eso
proviene de lo que la sociedad ha sido capaz de generar - y de repartir- en el momento en que esta historia se
desarrolle.
Para ser más claros aun: si un jubilado recibe el
equivalente a 10 dólares mensuales – o a 120 dólares anuales – eso proviene del
producto o del ingreso que ese país ha sido capaz de generar en ese año. Eso es
lo que le toca – por decisión de sus gobernantes y del resto de sus
compatriotas - en el reparto de la torta anual y actual.
No se puede pensar este asunto de las pensiones o
jubilaciones como si existiera una alcancía, o un fondo físico que cada
individuo va generando a lo largo de su vida - como si se tratara de las
almendras que acumula una ardilla, o del trigo que se acumula en un silo
durante los primeros 50 años de su existencia - para poder comer en los años
que le resten de vida. No. Definitivamente las cosas no son así en la economía
contemporánea. Lo que pueda ahorrar una persona no queda guardado físicamente
en ninguna parte. La sociedad usa esos ahorros casi en el mismo momento en que
se generaron. Lo que le queda, al que ahorró, es una suerte de derecho para
poder recibir una cierta parte de lo que la sociedad produzca en los años
venideros o, dicho en otras palabras, un derecho a participar en el reparto que
se haga dentro de 50 años de lo que en ese momento se esté produciendo.
La acumulación de ahorros en una cuenta determinada no es
más que eso: ganar derechos o puntos para participar en el reparto que esa
sociedad haga en un momento determinado del futuro. Haya ahorrado mucho o poco,
lo que en un momento determinado recibe es parte de lo que la sociedad produce
en ese momento.
Si ahorra en una cuenta individual - en un banco o en una
empresa similar - la sociedad canaliza ese ahorro - a través de un intrincado
circuito de préstamos e inversiones - hacia las actividades productivas o de
cualquier naturaleza que ella realiza en esos momentos. Eso le da derechos al
ahorrador a una tajada de determinado tamaño en el reparto que se haga dentro
de 50 años. Si el ahorrante ahorra poco,
y durante pocos años, pero igual logra sobrevivir hasta los 65 años, la
sociedad puede otorgarle o no el derecho a recibir una pensión. Eso depende
única y exclusivamente de cuanto esté esa sociedad dispuesta a repartir entre
sus viejos. Depende también del tamaño de la torta en ese momento final, es
decir, dentro de 50 años.
Todo lo que se diga en términos de que lo que se recibe en
los años de vejez tiene que estar en relación con los ahorros que cada uno
realizó durante sus años de actividad laboral es una discusión sobre la forma
de determinar la cuantía de los derechos con lo que cada uno participa en el
reparto del ingreso desde los 65 años en adelante.
Si un individuo ahorra poco, o durante pocos años, la
sociedad le puede condenar a recibir pocos ingresos en su vejez, pero eso, en
otras palabras, significa que la sociedad le concede pocos derechos, o pocos
puntos, en ese reparto que se haga en sus años de vejez.
Pero, en cualquier caso, lo que define o determina lo que
recibe cada individuo es, en primer lugar, el tamaño de la torta nacional, es
decir, el nivel del PIB en el momento de la jubilación y en los años
posteriores. En ningún caso la sociedad
puede repartir más allá de lo que produce en cada momento. Ese tamaño de la torta depende de múltiples
factores económicos, tecnológicos y políticos, nacionales e internacionales. En
segundo lugar, la tajada que recibe cada uno en el reparto de esa torta
nacional puede hacerse depender de los “derechos acumulados”, tanto como puede
hacerse depender de criterios éticos, de solidaridad o de justicia social.
Puede que lo que la sociedad reparte cada año sea poco o mucho, y que reparta
en forma equitativa o inequitativa, pero esas son ya otras discusiones. En
cualquier caso, se trata de un reparto.