(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS día 5 de Abril de 2017)
El proceso de exportar e importar mercancías no solo requiere poner de acuerdo a un comprador y a un vendedor. Entre esos dos agentes del comercio exterior media una gran cantidad de agentes, por lo general de carácter estatal, que tienen que autorizar, visar, controlar, revisar, operar y movilizar esas mercancías, como para que puedan cruzar las fronteras y llegar al país de destino. Esa multiplicidad de agentes intermedios hacen perder tiempo y dinero a los compradores y vendedores, y muchas veces terminan por hacer imposible dicha operación de comercio exterior. No solo hay que enfrentar el hecho de que las instancias intermedias son muchas, sino que suelen carecer de la debida coordinación entre ellas, y es común que terminen duplicando los papeles y constancias que hay que presentar ante cada una de ellas. A todo ello hay que agregar que los procesos de comercio exterior así organizados se hacen poco transparentes y por lo tanto susceptibles de todo tipo de interferencias extra institucionales.
Ese tipo de situaciones movió a los países miembros de la Organización Mundial de Comercio, OMC, a aprobar recientemente el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio, suscrito por más de 110 países miembros de dicha organización. Desgraciadamente Venezuela no se encuentra entre dichos países que suscriben el acuerdo.
Uno de los procesos que se recomiendan en el acuerdo mencionado es la implementación de la Ventanilla Única de Comercio Exterior, VUCE, instrumento que ya está en operación en la mayoría de los países latinoamericanos, con excepción desde luego de Venezuela. La idea fuerza que preside la VUCE es muy simple: permitir que todas las solicitudes, constancias, certificaciones, informaciones y demás documentos por el estilo se introduzcan a través de un solo portal electrónico, que esté en línea con todas las instancias que tienen que dar, a través del mismo instrumento, sus autorizaciones o vistos buenos a las diferentes fases del proceso exportador o importador. Una iniciativa de este tipo permite ahorrar tiempo y dinero y hacer más transparente todo el proceso de comercio exterior, pero precisamente por ello recaba mucha oposición de parte de instituciones e incluso de personas que visualizan, con razón o sin ella, que este sistema les hace perder poder de decisión. Por ello, la VUCE no solo necesita una plataforma tecnológica adecuada para poder implementarse, sino que necesita también de un fuerte apoyo político.
Implementar un mecanismo como el mencionado - que esta en proceso de estudio y de ensayo en el Ministerio de Comercio Exterior - permitiría reducir los elementos que le restan competitividad internacional a las mercancías venezolanas. Si el Estado no hace mucho para ayudar a que las empresas ganen productividad y competitividad, por lo menos no debe jugar en contra de dichos procesos.
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