(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día 27 de Abril
de 2017)
.
Venezuela
postula cada vez que puede que tiene condiciones como para convertirse en una
potencia en turismo internacional. Sin embargo, las potencialidades de un país
pueden tardar décadas en materializarse, a menos que la mano del hombre ayude
en dicho proceso.
Según las
últimas cifras que se poseen - publicadas por el Banco Mundial - Venezuela
recibió en el año 2014 un total de 857 mil turistas. En el mismo año, Colombia
recibió 2.6 millones, Chile 3.7 millones, Perú 3.2 millones, México 29.3
millones, Argentina 5.9 millones, Ecuador 1.6 millones y Brasil 6.4 millones.
En el Caribe
países tales como República Dominicana recibió 5.1 millones, Cuba 2.9 millones
y Jamaica 2.1 millones. En Centroamérica, El Salvador recibió 1.3 millones de
turistas, al igual que Nicaragua, mientras que Guatemala recibió 1.4 millones y
Panamá 1,7 millones.
¿Por qué
esta situación, en circunstancias que nadie sino nosotros tenemos el Salto del
Ángel y una isla tan maravillosa como Margarita?
La respuesta
es simple: el turismo no depende tanto de lo que la naturaleza ha aportado a
cada país, como de lo que el hombre ha sido capaz de crear para gozar aquello
que la naturaleza ofrece.
Veamos
algunos ejemplos fáciles de entender: Margarita es bella, pero todo bien o
servicio en el comercio internacional se vende solo en la medida en que salga
airoso en la competencia que necesariamente se establece con sus iguales. Es
decir, Margarita tiene que competir con Colombia y su isla de San Andrés, o con
Aruba y Curazao, o con Cuba y sus playas de Varadero, o con República
Dominicana y Punta Cana, o con México y Cancún.
¿Es posible ofrecer al turista internacional algo mejor, o más barato, o
por lo menos igual?
Pero no se
trata de competir en relación a cuál playa es mejor, sino que es todo el
contexto el que entra en la competencia. Allí hay que considerar la seguridad,
es decir, la posibilidad de ser asaltado o robado; el control sanitario de
alimentos y bebidas, de modo que nadie pueda salir intoxicado por comer lo que
le ofrecen como gran oferta turística. Hay que considerar también la situación
médica, de modo que las zonas turísticas no estén afectadas por plagas tales
como la malaria o el zika; o la situación
de la infraestructura hospitalaria, de modo de contar con clínicas u hospitales
donde hayan medicinas y médicos que den confianza en el cuanto al dominio de la
medicina moderna; o la situación de los
aeropuertos, donde los aviones salgan y lleguen a la hora comprometida; o la infraestructura
hotelera misma, donde hayan restaurantes
bien abastecidos de los alimentos comunes en la dieta y los menús de un
turista internacional. ¿Compite Venezuela, en general, y Margarita en
particular, en todas esas variables?