(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 5 de Noviembre
de 2014.)
Las zonas
francas son un mecanismo utilizado en muchos países del planeta para efectos de
agilizar operaciones de comercio exterior. A modo de ejemplo, cabe mencionar
que Colombia tiene 103 zonas francas establecidas en su territorio, República
Dominicana tiene 53 y Nicaragua tiene 49. En su esencia, el mecanismo consiste
en que a un grupo de empresas - generalmente
localizadas en un mismo espacio territorial - se les concede la posibilidad de
importar directamente bienes y servicios sin pagar los aranceles y demás
derechos de importación que se pagan normalmente cuando las mercancías entran al
resto del territorio nacional. Esas mercancías son manipuladas o transformadas en el seno de la zona franca, incorporando
para ello mano de obra nacional y una fracción variable de insumos y materias
primas nacionales. Como resultado de todo ello, se generan bienes y servicios
que son exportados al resto del mundo. Tanto las ganancias que este tipo de
operación genera para las empresas, como los salarios de los trabajadores involucrados,
se traducen en tributos para el gobierno central, municipal o estadal, según
corresponda. Si las mercancías o servicios generados al interior de la zona
franca se canalizan hacia el mercado interno, entonces las materias primas y
demás insumos que se importaron para su producción deben pagar los aranceles y
demás impuestos de importación, tal como si hubieran ingresado por cualquier
otro punto fronterizo del país.
Así
concebidas las zonas francas, estas tienen la bondad de permitir a los empresarios
nacionales o extranjeros que se establezcan en ellas una gran agilidad en lo
que respecta a las operaciones de importación y exportación, al mismo tiempo
que generan trabajo y utilización de materias primas e insumos nacionales y contribuyen con sus
impuestos a alimentar los gastos de los gobiernos central, municipal o estadal.
Si los
aranceles fueran inexistentes para una gran cantidad de las importaciones
usuales de un país – pues se ha negociado la reducción recíproca de aranceles con
la mayoría de los países proveedores, mediante los tratados de libre comercio –
o si la devolución de los aranceles
pagados por los insumos presentes en las mercancías importadas, es decir, el
draw back, fuese rápida e expedita, e igualmente si las devoluciones de los
impuestos internos tipo IVA para las exportaciones de las mercancías realizadas
con bienes nacionales o importadas fuese un trámite seguro, basado en normas
permanentes y transparentes, entonces las zonas francas tendrían poco sentido práctico.
Igualmente,
si la mano de obra es cara, dentro o fuera de la zona franca - o si es artificialmente
encarecida por tributos y disposiciones que no van en beneficio del trabajador
– entonces las exportaciones de los productos
generados dentro o fuera de la zona franca perderán competitividad
internacional, aun cuando los insumos y materias primas utilizadas no hayan
pagado arancel, con todo lo cual la zona franca perdería también toda su razón
de existir.
Si un ente estatal asume la responsabilidad de
llevar adelante todas las importaciones de equipos, materias primas e insumos
que necesiten las empresas ubicadas dentro de la zona franca, entonces se
introduciría un factor de burocracia, e incluso posiblemente de corrupción, que retardaría los procesos comerciales
y financieros y que haría que la actividad propiamente productiva que se lleva
adelante dentro de la zona franca perdiera oportunidades y competitividades
internacionales.
Si los
dólares que se obtienen por concepto de la
exportación de los bienes producidos en la zona franca son obligatoria e
íntegramente cambiados por bolívares ante las instancias oficiales, entonces la
importación de las materias primas e insumos requerirá de peticiones,
solicitudes y aprobaciones de divisas ante las instancias oficiales, lo cual
nuevamente hará perder tiempo y oportunidades comerciales a las empresas allí establecidas,
y las colocará a depender de las decisiones potestativas de las instancias y de
los funcionarios estatales. Nuevamente la zona franca pierde su oportunidad de
ser un foco dentro del país de alta agilidad comercial y productiva, y de ágil
vinculación con los circuitos del comercio internacional contemporáneo.
Si se
quieren incentivar las exportaciones no tradicionales, y disminuir la alta
dependencia del petróleo, hay que aprender de los aciertos y de los errores
cometidos por el resto de la comunidad internacional, y no pretender reinventar
el hilo negro.
sergio-arancibia.blogspot.com
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