(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en ELMUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 25 de Noviembre
de 2014.)
El tantas veces postergado aumento del precio de
la gasolina tendrá – si es que llega a concretarse- un impacto inmediato sobre
el gasto que tienen que hacer los automovilistas y los motorizados para poder adquirir el
combustible necesario para mover sus máquinas. Todo indica que ese impacto directo
– llenar sus estanques- será relativamente modesto, o por lo menos, plenamente
asimilable por el grueso de los afectados.
Pero las consecuencias no terminan allí. En la fase
siguiente aumentarán los costos de producción de todo tipo de mercancías, en la
medida en que el precio de la gasolina actúe como referente general del precio de
la energía. También aumentarán los precios
del transporte de mercancías y de personas, a lo largo y ancho de todo el país. Las mercancías tienen que recorrer grandes distancias
antes de llegar a la casa de cada consumidor. Aumentará, por lo tanto, el costo
por concepto de flete, y eso hará aumentar el precio al consumidor de todas las
mercancías que se transan en el país. También aumentará el costo del transporte
de personas que van y vienen diariamente desde sus domicilios a su trabajo. Es
dable suponer que esos incrementos de precios pesarán más sobre el bolsillo de
los consumidores que los costos directos de llenar sus propios estanques, que
mencionamos en el párrafo anterior.
Si los
trabajadores de todo el país se quedan tranquilos frente a toda esta situación,
- es decir, no exigen aumentos de
salarios que compensen el mayor costo de los bienes y el menor poder de compra
de sus ingresos - entonces la cadena de
incrementos de costos no sufre nuevos embates por concepto de alzas de
salarios. Pero si el incremento en el precio de la gasolina, de los
transportes, de los fletes, de los alimentos y de todas las mercancías transables lleva a
los trabajadores a exigir aumentos salariales, entonces no solo la cadena inflacionaria
crece y se extiende, sino que se extienden también las luchas por mejores
salarios y por detener los incrementos de precios. El incremento del precio de
la gasolina tiene, por lo tanto, no solo un impacto inflacionario, sino que
también un impacto político y social –que es lo que siempre se ha temido en
relación a esa medida - pues los sectores de la población que tengan fuerza
como para ello tratarán de lograr medidas compensatorias que les permitan no sufrir
en tan alta medida la pérdida de poder adquisitivo.
Por otro
lado, el incremento en el precio de la gasolina implicaría que PdVSA recibe más
ingresos en bolívares. En dólares, en primera instancia, sus ingresos no tienen
por qué aumentar, a menos que ante el mayor precio, los consumidores
venezolanos terminen por consumir menos gasolina y quede, por lo tanto, un
mayor excedente para exportar. Si los consumidores terminan por acostumbrarse
al mayor precio y siguen consumiendo lo mismo, entonces el efecto será nulo por
el lado de la obtención de mayores ventas en el mercado internacional.
Pero si
PdVSA obtiene más bolívares de sus ventas
de gasolina en el mercado interno, entonces tendrá que vender menos dólares
al BCV para efectos de solventar sus gastos en moneda nacional. También
podríamos decir que el BCV se verá en la necesidad de entregar menos bolívares
en calidad de préstamos a PdVSA para efectos de solventar sus gastos operativos
en el mercado interno. Aun cuando parezca entraño a los ojos del común de los
mortales, eso se traduce en una medida que empuja en contra del crecimiento de
los precios internos, pues el BCV estaría lanzando menos bolívares a la circulación
por la vía de los créditos o del financiamiento a PdVSA.
También se
podría decir que al quedarse con mas dólares en sus manos PDVSA puede aumentar
sus inversiones, pagar las deudas acumuladas con contratistas, pagar sus deudas
internas y externas, y hasta generar más ingresos al gobierno por concepto de
impuestos sobre la renta. También podría suceder – nunca se sabe- que con todo esto se incrementen los fondos
disponibles en dólares como para seguir vendiendo petróleo barato o en cómodas condiciones de pagos a diferentes
países de la región. En última instancia, lo importante no es tanto la
discusión sobre la medida puntual del incremento del precio de la gasolina,
sino la discusión sobre las grandes orientaciones estratégicas de la política económica
y de la política petrolera del país.
sergio-arancibia.blogspot.com