(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 16 de Diciembre de 2014.)
Todo parece
indicar que la baja en el precio del petróleo está suficientemente documentada, aun cuando se intente ocultar el precio
diario de la cotización respectiva, para evitar que cunda el pánico. También
está suficientemente claro que eso afecta en forma sustantiva a la economía venezolana
- y la afectará más fuertemente todavía durante el año 2015 - aun cuando se
haga también todo lo posible para ocultar tanto como se pueda el tamaño de la
crisis. El problema que vale la pena
discutir es que alternativas tiene el régimen para enfrentar el problema que se
le viene encima.
Una
alternativa, nada teórica, sino con crecientes visos de realismo, es recortar -
hasta los límites compatibles con el
dolor y la amistad - los envíos petroleros a Cuba en particular y a Petrocaribe
en general. Si se recortan los envíos en
un 20 % o en un 30% eso permitiría que PDVSA se quede con mayor petróleo en sus
manos, el cual puede ser vendido en el mercado internacional en condiciones que
proporcionen mayor liquidez a las arcas venezolanas. No se trata, obviamente,
de que los países de Petrocaribe no paguen, sino que se les vende una parte
importante a crédito que terminan pagando al cabo de varios años. Y el problema
de Venezuela es hoy. De todos modios los países de Petrocaribe no sufrirían mucho
con esta medida, pues al precio actual del petróleo, terminarán de todos modos ahorrando en su factura petrolera, aun cuando
tengan que comprar un mayor volumen al
contado a otros proveedores.
También con
China se puede estudiar – si no se ha
estudiado ya - enviarle menos petróleo. Como el petróleo que se le envía a China es
básicamente para pagar deudas, si se les envía menos se corren para adelante
los pagos correspondientes. Se corre la arruga. Se renegocia la deuda. Y
también eso significaría que Venezuela se queda con más petróleo en sus manos, que puede ser
vendido al contado, o a algo parecido, en el mercado internacional.
La otra medida
que se menciona es la posibilidad de titularizar la deuda acumulada con todos o
con varios de los países de Petrocaribe. En buen romance eso significa que los
papeles que acreditan esa deuda se venden,
con un buen descuento obviamente, en el mercado financiero internacional. Venezuela
recibe en el presente dinero constate y sonante – cambia activos no líquidos
por activos líquidos - y los países deudores siguen pagando en los términos
originalmente pactados. Los que ganan son los especuladores financieros que compran
la deuda, y Venezuela, que soluciona, con costos no pequeños, parte de sus dificultades
actuales de caja.
La otra
alternativa, que no termina de desdibujarse, es la venta de las refinerías y
las estaciones de servicio de Citgo en Estados Unidos. Una venta de esos
activos podría proporcionar más de 10
mil millones de dólares – incluso el doble según algunos optimistas – lo cual
permitiría aliviar bastante los dolores
actuales de Venezuela.
Finalmente,
siempre está la posibilidad de endeudarse. Pero según informó recientemente el
Presidente Maduro, a Venezuela le están cobrando un 35 % de descuento en
operaciones de esa naturaleza. Es decir, que le dan 65 pero queda endeudado en
100. Un negocio muy lucrativo, pero al mismo tiempo muy riesgoso, para los especuladores
financieros internacionales, que tan desacreditados están últimamente, pero con
los cuales todos terminan entendiéndose cuando las cosas se ponen difíciles.
Con alguna o
con varias de estas alternativas, más el uso de algunos fondos estatales que
están en el exterior - y no en el Banco Central de Venezuela - y que podrían
ser utilizados, se podría pasar el año
2015 – que es año electoral – y después
vemos como se dan las cosas. Nada de ello soluciona los problemas de fondo, pero
la fiesta podría seguir durante un año más, antes que la música se apague.
sergio-arancibia.blogspot.com