lunes, 13 de octubre de 2014

LOS ARANCELES NO SON IMPORTANTES

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 13 de Octubre de 2014)


Un informe reciente de la Comisión Económica de Naciones Unidas para América Latina, CEPAL, pone de relieve que el comercio exterior de los países de la región decreció levemente en el año 2013 y todo indica que seguirá decreciendo también en el año 2014.  En otras palabras - considerando a todos los países de la América Latina y el Caribe - el valor total de las exportaciones decreció en un 0.4 % en el año 2013 y amenaza decrecer en un 0.6 % en el año en curso. Esta situación se agrava si se considera que la baja en el valor de lo exportado obedece a que se incrementó la cantidad de bienes vendida en un 5.2 %  pero el precio unitario de las mercancías descendió en un 5.5 %. Se vende más,  a un menor precio, y se obtiene un ingreso total casi igual que el de años anteriores.

Otro aspecto importante del informe de la Cepal es el hecho de que el comercio intrarregional es escaso y crece poco. Es decir, los países de la región nos vendemos poco los unos a los otros. Decir que nos vendemos poco es más o menos lo mismo que decir que nos compramos poco los unos a los otros.  Solo el 19 % de nuestras exportaciones van a países de la misma región, según  datos del año 2013. En el ámbito de la Unión Europea el 60% aproximadamente de las exportaciones promedio de cada país van hacia otros países de la misma región. En la América del Norte, esa cifra promedio es del 50%.  América Latina y el Caribe aparece así como una región poco integrada, o con un nivel muy escaso de relaciones comerciales intrarregionales. Vale la pena detenerse un poco a analizar esta situación. Si un país de la región puede comprar una determinada mercancía a otro país de la región, pero prefiere comprarla a un país de fuera de la región, eso es altamente probable que obedezca a que el país de fuera de la región – Asia, Europa, Estados Unidos – oferten ese bien a  un precio más bajo, o con una calidad más alta. Dicho en otras palabras, es altamente probable que los productos de fuera de la región tengan un grado de competitividad superior a los provenientes del interior de la región. Ningún país le comprará a otro un producto más caro o de menor calidad solo por hacerle un favor. Eso no se usa en el comercio internacional. 
Cuando llega a suceder una cosa así es por falta de transparencia o por falta de conocimiento de las muchas ofertas que están presentes en el vasto escenario del comercio internacional contemporáneo.

La negociación de rebajas de aranceles  entre los países de la región, hasta llevarlos a niveles cercanos a cero, ayuda a que ese diferencial de competitividad se elimine  o se revierta a favor de los países de la región. Si el producto regional no paga arancel y el producto de fuera de la región si lo hace - además de que este último tiene que pagar fletes desde zonas más lejanas del planeta - es probable que esto incentive la compra de bienes originarios de la propia región latinoamericana. Pero eso es válido cuando el diferencial de competitividad es relativamente pequeño. Entonces, la rebaja arancelaria puede volcar la balanza a favor de la mercancía regional. Pero si el diferencial es muy sustantivo, la rebaja arancelaria, aun cuando total, es probable que mantenga la situación favorable al producto de fuera de la región. En alta medida eso es lo que reflejan las cifras publicadas recientemente por Cepal. Si compramos en otras partes del mundo eso se debe no solo a  modas pasajeras, sino a una situación estructural de precios y calidades, que se mantiene aun cuando a nivel regional la reducción  arancelaria llega ya a sus niveles más altos. Gruesa parte de los esfuerzos integracionistas a nivel latinoamericano se han centrado en las últimas décadas en ese esfuerzo por reducir recíprocamente los aranceles entre los países de la región. Pero ya ese esfuerzo ha llegado a su límite superior. Si no le vendemos más bienes a los otros países de la América del Sur no es por lo elevado de los aranceles que nos cobran, sino porque aun sin aranceles nuestros productos no pueden competir con los productos provenientes de otras partes del mundo.

Esa mayor competitividad que se hace necesaria para que nuestros productos sean demandados por la región y por el mundo, obedece en parte a lo que sucede dentro de cada empresa. Allí pesan factores tales como la tecnología, la productividad, la disciplina laboral y la buena  gerencia. Pero tan importante como eso es la competitividad que tiene que ver con el entorno nacional. Allí pesan factores tales como los equilibrios macroeconómicos, el funcionamiento de la administración  pública,  la corrupción, las leyes tributarias,  el estado de las carreteras y de los puertos, la permisología, etc. 

Una preocupación  seria por promover exportaciones, sobre todo las no tradicionales, a esta altura de los tiempos, no tiene que centrar los esfuerzos en las negociaciones arancelarias con otros países, sino en elevar los niveles de competitividad que como empresas y como país seamos capaces de desarrollar.


sergio-arancibia.blogspot.com  

No hay comentarios:

Publicar un comentario