(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 25 de Abril de 2014.)
En la
Venezuela actual todo el mundo tiene un horizonte que no va más allá de los próximos
seis meses. Los comerciantes no saben cuantos dólares les van a vender en la
próxima semana ni en el próximo mes, ni saben, por lo tanto, cuanto será su
volumen de negocios en los meses venideros. Tampoco saben a qué precio tendrán que
comprar las mercancías que son imprescindibles en su negocio, ni a qué precio
podrán venderlas. No saben, por lo tanto, cuanto serán sus ganancias, y ni siquiera
saben cuando estas últimas se convertirán en perdidas. Cualquier aproximación a
cómo serán las cosas dentro de los próximos seis meses no es un ejercicio de
economía ni de contabilidad, sino una mera expresión de sus optimismos, de sus pesimismos
o simplemente de sus deseos. Lo mismo vale para los empresarios, para los
importadores o para los agricultores.
Para los
asalariados las cosas no son mejores.
Nadie sabe cuánto será el nivel de la inflación en los próximos meses, y cuanto
podrán comprar con su sueldo, que obviamente es mucho menos elástico que los
precios de los bienes de primera necesidad. Su vida doméstica, su capacidad
adquisitiva, la capacidad de comer todos los días, o la posibilidad de tomarse
una cerveza con los amigos, están ahora seriamente comprometidas. Lo mismo sucede
con la posibilidad de salir de vacaciones. Incluso los que ya compraron casa,
carro o la imprescindible nevera, no saben si podrán pagar las cuotas correspondientes.
La juventud
que estudia en liceos y universidades tiene también la cabeza llena de dudas.
La duda más grande es si vale la pena estudiar cinco años para poder después
trabajar por uno o dos salarios mínimos, con lo cual no pueden casarse ni formar
una familia. Dudan sobre si quedarse en el país, para dar las batallas que sean
necesarias, o irse a cualquier país medianamente normal donde se pueda
proyectar la vida con un horizonte un poco más largo.
Los que
apoyan o han apoyado políticamente al actual gobierno y al anterior no saben para donde va este país, ni hacia donde quieren
que vaya. ¿Hacia un país sin industrias, donde todo se compra en el exterior? ¿Un país donde todos deben vivir de la dadiva
o el favor otorgado por el gobierno? ¿Un
país que vive únicamente de la industria petrolera, e incluso de una industria petrolera que no logra aumentar su
producción?
No hay dudas
de que el Presidente Chávez era un gran vendedor de ilusiones. Pero ¿qué queda
de esas ilusiones? ¿En qué recodo del camino se perdió para siempre el sueño de
la Venezuela potencia? ¿O incluso el sueño más modesto de una Venezuela que aun
cuando no fuera potencia agrícola, pudiera por lo menos alimentar a todos sus
hijos? ¿Cuántas veces se reiteró que el país debía dejar de ser un país
rentista? ¿Y de qué otra cosa vive hoy en día Venezuela sino de la renta petrolera?
¿Y qué pasó con la producción y las
exportaciones de hierro, de aluminio y de productos siderometalúrgicos? ¿Cómo y porqué se arruinaron las industrias
básicas? Hasta el café y el cacao se han dejado de producir y de exportar. ¿Cómo
aspiran a navegar en las tumultuosas aguas del comercio internacional
contemporáneo? ¿Solo vendiendo petróleo y comprando todo lo demás? ¡Si hasta el capital humano y el capital
intelectual, que cuesta tanto formarlo, está saliendo del país, gota a gota,
pero en forma sostenida e inexorable. ¿Qué quedó incluso del liderato ideológico
que se pretendía construir en el contexto regional e incluso mundial? Quedan solo
los fríos intereses nacionales, despojados ya de cualquier carisma o espejismo
ideológico.
Se acabaron
los sueños de grandeza. Se acabó la Venezuela potencia. Se acabó la posibilidad
misma de soñar. No hay horizontes de largo plazo. No hay estrategia. No hay
proyecto de país. La inmensa mayoría de los venezolanos vive, en el presente, tratando
de llegar a fin de mes. Otros, amigos de sus amigos, viven el fin de la fiesta tratando
de sacarle al Estado lo más que se pueda y lo más rápido posible. Otros, los que
gobiernan, viven angustiados tratando de tapar las crisis y ver cómo van avanzando
de semana en semana.
sergio-arancibia.blogspot.com
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