Artículo de
Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 30 de Agosto del 2013.
La
Universidad Jiaotong, de Shanghai, publica anualmente un ranking de
universidades del mundo, de acuerdo a su calidad y su prestigio, que se ha
convertido en el análisis más serio que se realiza sobre esta materia a nivel
internacional. De acuerdo a la publicación
correspondiente al 2013, la mejor universidad del mundo es la Universidad de
Harvard, seguida de la Universidad de Stanford y de la Universidad de Berkeley,
en California. Entre las quince mejores universidades del mundo, hay 13 de
Estados Unidos y dos de Gran Bretaña – Cambridge y Oxford- mientras que entre las
500 mejores universidades del planeta hay 149 de Estados Unidos, 42 de China, 38 de Alemania y 37 del Reino Unido.
De América
Latina figuran solo 10 universidades en ese total de las 500 mejores universidades
del mundo: la mejor rankeada es la Universidad de Sao Paulo, que figura entre
las mejores 150, seguida de la Universidad Nacional Autónoma de México, que
figura entre las primeras 200. De las 10
universidades latinoamericanas que figuran en ese ranking hay 6 de Brasil, 2 de
Chile, 1 de México, y 1 de Argentina.
Son muchos
los factores que se podrían mencionar como elementos que inciden en la calidad
y la excelencia de una universidad. Desde luego, la calidad de los alumnos que
recibe, o lo que es lo mismo, el nivel de exigencia presente en la selección inicial,
es altamente determinante de actividad académica posterior. También el nivel general de exigencia
científica y técnica presente en la sociedad donde esté radicada esa
universidad condiciona el tipo de producción que la universidad se ve en la
obligación de generar. La institucionalidad
académica propia de la universidad, así como su relación con la institucionalidad
estatal y empresarial también tienen una importancia capital.
LOS
PROFESORES
Sin embargo,
de todos los factores que inciden en la excelencia universitaria, hay uno que
parece como el más determinante: la calidad de los profesores e investigadores presentes en cada
universidad. Hoy en día los programas de estudio, de cualquier asignatura, de
cualquier universidad, incluidas las bibliografías correspondientes, pueden encontrarse fácilmente en internet, y
podrían ser copiadas sin problema alguno por cualquiera que se interese. No
está allí, por lo tanto, el elemento específico que diferencia una universidad de otra. Tampoco la diferencia específica parece encontrarse
en la estructura física, ni en las estructuras académicas. La variable fundamental que hace que una
universidad sea mejor que otra es la calidad de sus docentes e investigadores.
Un buen académico
tiene necesariamente hoy en día que ser parte de la comunidad académica
internacional, lo cual implica tener grados académicos compatibles u
homologables a los imperantes en otras partes del mundo, publicar en revistas nacionales
e internacionales, presentar ponencias en eventos científicos, dar o recibir
cursos en universidades de otros países, y estar al día de lo que se publica y
se comenta en las mejores revistas científicas sobre su área de conocimiento - lo
cual implica tener acceso a bases de
datos y a suscripciones de importancia - y generar una producción científica que haga
avanzar el nivel general de conocimiento universal en su área, lo cual
requiere, entre otras cosas, laboratorios y grupos de trabajo de alta calidad.
Nada o muy
poco de todo aquello lo puede hacer una persona que trabaje en la empresa pública
o privada y que le destine unas pocas horas a la semana a la actividad docente.
Este último tipo de personaje puede complementar la actividad universitaria,
aportando su experiencia práctica y su excelencia profesional, pero no puede ser su agente más importante y
más característico y en el cual descanse
la excelencia de la universidad. El académico de jornada completa o de jornada exclusiva
es la célula fundamental de la universidad.
CALIDAD
Y este tipo
de académico no puede existir a menos que esté bien remunerado y que sea el
fruto de un proceso de selección, de incentivo y de formación que comience
desde los primeros años de su formación académica. Universidades repetitivas y parroquiales se
pueden crear de la noche a la mañana. Tener universidades de calidad es un
proceso largo y difícil, pero del cual depende en alta medida la soberanía y la
inserción del país en los circuitos económicos, políticos, culturales y
tecnológicos contemporáneos.
sergio-arancibia.blogspot.com